—Doctora Sinskey —respondió el hombre con una extraña sonrisa—, habla usted del control de epidemias como si fuera algo bueno.
Ella no daba crédito a lo que estaba oyendo.
—He ahí el problema —siguió el hombre alto, como un abogado que presenta sus pruebas—. Y es usted la directora de la Organización Mundial de la Salud, lo mejor que puede ofrecer esta institución. Una idea aterradora, si uno lo piensa bien. Le he mostrado esta imagen del sufrimiento que nos espera. —Volvió a mostrar los cuerpos en la pantalla—; le he recordado el increíble poder del crecimiento incontrolado de la población mundial. —Señaló la pequeña pila de papel—; la he ilustrado sobre el hecho de que estamos al borde del colapso espiritual… —Se quedó callado y se volvió hacia ella—. ¿Y cuál ha sido su respuesta? «Condones gratis en África» —dijo en un despreciativo tono burlón—. Eso es como intentar detener con un matamoscas un asteroide que está a punto de chocar con la Tierra. La bomba de tiempo ya no hace tictac, doctora Sinskey. Ya ha estallado. Y si no tomamos medidas drásticas, la matemática exponencial se convertirá en su nuevo Dios… Y se trata de un Dios vengativo, que traerá la visión del infierno de Dante al mismo Park Avenue… Masas apiñadas revolcándose en sus propios excrementos… Un proceso de selección global orquestado por la misma Naturaleza.
—¿Eso cree? —contestó de pronto Elizabeth—. Dígame, en su visión de un futuro sostenible, ¿cuál es la población ideal de la Tierra? ¿Cuál es el número mágico que permitiría a la humanidad sostenerse indefinidamente y en un relativo bienestar?
El hombre alto sonrió al oír esa pregunta.
—Cualquier biólogo o estadista medioambiental le dirá que el límite de la posibilidad de supervivencia a largo plazo se encuentra en una población de unos cuatro mil millones.
—¡Cuatro mil millones! —exclamó Elizabeth—. Ahora somos siete mil millones, creo que ya es un poco tarde.
Los ojos verdes del hombre relucieron intensamente.
—¿Lo es?
Ella no daba crédito a lo que estaba oyendo.
—He ahí el problema —siguió el hombre alto, como un abogado que presenta sus pruebas—. Y es usted la directora de la Organización Mundial de la Salud, lo mejor que puede ofrecer esta institución. Una idea aterradora, si uno lo piensa bien. Le he mostrado esta imagen del sufrimiento que nos espera. —Volvió a mostrar los cuerpos en la pantalla—; le he recordado el increíble poder del crecimiento incontrolado de la población mundial. —Señaló la pequeña pila de papel—; la he ilustrado sobre el hecho de que estamos al borde del colapso espiritual… —Se quedó callado y se volvió hacia ella—. ¿Y cuál ha sido su respuesta? «Condones gratis en África» —dijo en un despreciativo tono burlón—. Eso es como intentar detener con un matamoscas un asteroide que está a punto de chocar con la Tierra. La bomba de tiempo ya no hace tictac, doctora Sinskey. Ya ha estallado. Y si no tomamos medidas drásticas, la matemática exponencial se convertirá en su nuevo Dios… Y se trata de un Dios vengativo, que traerá la visión del infierno de Dante al mismo Park Avenue… Masas apiñadas revolcándose en sus propios excrementos… Un proceso de selección global orquestado por la misma Naturaleza.
—¿Eso cree? —contestó de pronto Elizabeth—. Dígame, en su visión de un futuro sostenible, ¿cuál es la población ideal de la Tierra? ¿Cuál es el número mágico que permitiría a la humanidad sostenerse indefinidamente y en un relativo bienestar?
El hombre alto sonrió al oír esa pregunta.
—Cualquier biólogo o estadista medioambiental le dirá que el límite de la posibilidad de supervivencia a largo plazo se encuentra en una población de unos cuatro mil millones.
—¡Cuatro mil millones! —exclamó Elizabeth—. Ahora somos siete mil millones, creo que ya es un poco tarde.
Los ojos verdes del hombre relucieron intensamente.
—¿Lo es?
SINOPSIS
En el corazón de Italia, el catedrático de Simbología de Harvard, Robert Langdon se ve arrastrado a un mundo terrorífico centrado en una de las obras maestras de la Literatura más imperecederas y misteriosas de la Historia: «Infierno» de Dante.
Con este telón de fondo, Langdon se enfrenta a un adversario escalofriante y lidia con un acertijo ingenioso en un escenario de arte clásico, pasadizos secretos y ciencia futurista. Apoyándose en el oscuro poema épico de Dante, Langdon, en una carrera contrarreloj, busca respuestas y personas de confianza antes de que el mundo cambie irrevocablemente.
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