Continuamos, pues, en ese piso calamitoso de Delicias, achicando inundaciones domésticas, martilleando en las cañerías. Todos estos arreglos me crispaban tanto como a ella, pero la energía que consumíamos en combatirlos nos libraba de discutir otros problemas más importantes. Además de su amante y amigo, me convertía en enyesador, en fontanero, carpintero, electricista y no sé cuántas cosas más. [...] Solventé un problema de unión de dos tuberías en cruz sin saber nada del oficio, basándome en mis conocimientos de geometría euclidiana y aplicando el teorema de Cavalieri. [...]
Dependíamos uno del otro; ella de mí para recomponer los destrozos y yo de ella para tener una misión con que contentarla, o, mejor dicho, para contentar mi amor por ella y así, de vuelta, quererme más. Ya se sabe: uno hipoteca el amor a sí mismo a que la persona amada de acuerdo a concedértelo. Se antepone la convicción de que la otra persona está a gusto con uno para poder sentirse él también cómodo. Cuando amas no unes tu corazón: lo divides. [...]
Según uno baja por Delicias, para entrar en nuestra antigua calle hay que atravesar la plazoleta Luca de Tena, doblando una esquina a la izquierda, y es ahí donde uno se tropieza con el enorme respiradero suburbano. Para ser exactos, no es un esquina, sino un chaflán (triedro en el cual dos planos normalmente perpendiculares son cortados por una intersección). La placa metálica que airea las emanaciones del metro se compone de cinco celdillas de ancho por nueve de largo, de un metro cuadrado cada una (en total, cuarenta y cinco metros cuadrados). Es difícil eludir ese paso, puesto que más allá hay un parterre con árboles, a menos que uno dé un rodeo por su lado más largo, primero a la izquierda y luego a la derecha. Lo usual en estos casos es abreviar cruzando el respiradero por su diagonal. Candela, en cambio, recorre los dos catetos del triángulo rectángulo en vez de la hipotenusa (o diagonal del rectángulo), cometiendo así una imperdonable infracción pitagórica. Más que repugnancia al aire que sale de allí, yo casi creo que es por miedo de que la placa ceda bajo su peso, o algo. Una manía como cualquier otra; las mías son peores.
SINOPSIS
La caricia del escorpión" es una historia de amor y supervivencia en una
situación límite, una alegoría de las relaciones de pareja. Su
protagonista, un excéntrico profesor de matemáticas, pitagórico y con
ramalazos autistas, es incapaz de conciliar su necesidad de soledad con
las prerrogativas y renuncias de una vida en común. El sexo como
desencuentro se halla muy presente en la frenética búsqueda de la propia
identidad que le arrastrará por caminos cada vez más tortuosos, hasta
implicarlo en un sangriento asesinato.
Narrada con gran fluidez, desde el delicado registro del humor y la
ternura, esta novela resulta una conmovedora defensa de la existencia
compartida en los tiempos del individualismo feroz.
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