A ella le gustaba inventar palabras y desmontar las que oía por primera vez, hacer combinaciones con las piezas resultantes y poner juntas las que se repetían. Las palabras un poco largas eran como vestidos con corpiño, chaleco y falda, y se le podía poner el chaleco de una a la falda de otra con el mismo corpiño, o al revés, que fuera la falda la que cambiase. Alternando la "f" y la "g", por ejemplo, salían diferentes modalidades de paz, de muerte, de santidad y de testimonio: pacificar y apaciguar, mortificar y amortiguar, santificar y santiguar, testificar a atestiguar; era un juego bastante divertido para hacerlo con diccionario. Algunos corpiños como "filo", que quería decir amistad y "logos", que quería decir palabra, abrigaban mucho y permitían variaciones muy interesantes. Ella un día los puso juntos y resultó un personaje francamente seductor: el filólogo o amigo de las palabras. Lo dibujó en un cuaderno tal como se lo imaginaba, con gafas color malva, un sombrero puntiagudo y en la mano un cazamariposas grande por donde entraban frases en espiral a las que pintó alas. Luego vino a saber que "filólogo" ya existía, que no la había inventado ella.
Al profesor de Matemáticas, en cambio, no le divertían nada estos juegos de palabras, le parecían una desatención a los problemas serios, una manipulación peligrosa del dos y dos son cuatro, una pérdida de tiempo. Cuando un buen día, sin más preámbulo, empezó a hablar de logaritmos, hubo en clase una interrupción inesperada y un tanto escandalosa. La niña del cazamariposas se había puesto de pie para preguntar si aquello, que oía por primera vez, podía significar una mezcla de palabra y ritmo. Las demás alumnas se quedaron con la boca abierta y el profesor se enfadó.
- No hace al caso, señorita Montalvo. Está usted siempre en la nubes -dijo con gesto severo-. Le traería más cuenta atender.
La niña rubia que ya estaba empezando a pactar con la realidad y a enterarse de que las cosas que traen cuenta para unos no la traen para otros, se sentó sin decir nada más y apuntó en su cuaderno: "Logaritmo: palabra sin ritmo y sin alas. No trae cuenta."
SINOPSIS
La novela cuenta la historia de Sofía Montalvo y Mariana León, amigas durante la infancia y adolescencia y cuya amistad se rompe cuando ambas se enamoran del mismo joven. Años más tarde vuelven a encontrarse en una exposición de pintura
y, después de eso, debido a que Mariana debe emprender un viaje,
deciden ponerse al día de lo que ha sido su vida escribiéndose cartas.
Interesante el blog. Lo seguiré frecuentemente.
ResponderEliminarGracias.