Stigge Thorsen, sentado en su tractor, trataba en vano de controlar
sus pensamientos. Dos días antes había vuelto de sus vacaciones; un
crucero de doce días por las islas griegas. Las vacaciones habían
acabado siendo un desastre, cosa que le torturaba, a pesar de que
había intentado quitársela de la cabeza. Le pasaban por la mente
recuerdos no deseados que era incapaz de dominar. Con tristeza
recorría con la mirada el bosque otoñal, que, verde, marrón, cobrizo,
envuelto en la niebla, bajaba serpenteando a través de las colinas
hasta la ribera del lago. El día era gris y las nubes se cernían sobre
el lago preñadas de lluvia; el viento estaba en calma y el frío era
tolerable. De nuevo sus pensamientos retrocedieron melancólicos hasta
los días del crucero y renunció a combatirlos. En Grecia el otoño era
suave, y los primeros días fueron tranquilos...
Se cuidaba, disfrutaba del rítmico golpeteo del barco y pasaba las horas acodado en cubierta, oteando las aldeas de pescadores que se repetían a lo largo de la costa con transparentes colores pastel y con previsible pereza. La comida era extraña, pero sabrosa. Se habían equivocado con su nombre y Stig ge Thorsen se había convertido en Thor ge Stigsen, lo que le complicó las cosas en el restaurante. Corrigió el error, pero al día siguiente lo habían vuelto a olvidar y tuvo que aclararlo desde el principio. Cnosos fue toda una experiencia. Allí conoció a Maja, pecosa y de risa fácil. Paseando por cubierta, su cabello rojo se agitaba con el viento, y reía mientras echaba migas de pan a las gaviotas que la rodeaban en un vociferante torbellino. Le sonrió, y eso no le hizo bien. Más tarde él le habló de la ardentía y le señalaba las constelaciones. Maja era de Randers. Ella volvía a reír; él retrocedía un poco.
El barco hacía escala en Samos, donde la guía habló de los matemáticos griegos: Pitágoras, Euclides y Arquímedes, que podía mover el mundo con un punto de apoyo. Ella dibujó con un palo en la arena mientras el grupo la rodeaba con interés. Él no confiaba en ese principio, porque cuando la barra se le escapó de sus manitas, el coche aplastó el pecho de su padre, pero eso no lo dijo. En su lugar preguntó si Arquímedes sabía que la Tierra era redonda. La guía borró el dibujo y lo miraron con malos ojos. Incluso Maja se enfadó.
SINOPSIS
Una mañana unos niños realizan un
hallazgo macabro: del techo del gimnasio de su escuela cuelgan, con precisión
matemática, cinco cadáveres mutilados. El escenario recuerda una ejecución
pública.
El inspector jefe de la policía de Copenhague, Konrad Simonsen, debe interrumpir sus vacaciones en la costa danesa para dirigir la investigación. Junto a su equipo, Simonsen trata de descifrar qué oculta el inteligente en impenetrable bedel de la escuela. Por fortuna, Simonsen es un perro viejo, tan experto como tenaz, y poco a poco logrará desenredar una trama de manipulación y venganza que tiene su origen en un pasado no tan lejano.
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