- Me aburro -explicó el niño a modo de excusa.
- ¿Ah, sí? ¿Y de qué te aburres?
- El dub-sar* que nos enseña no es muy alegre, seguramente porque aún no domina la caña como le gustaría al ses-gal** o al um-mi-a Ur-Nisaba. Al dub-sar Ili, que es quien se encarga de nosotros, no le gustan los niños, se impacienta, y nos hace repetir las mismas frases hasta que a su juicio están perfectas. Luego, cuando a mediodía nos exige decir la lección en voz alta se enfada si vacilamos y no tiene piedad a la hora de encargarnos ejercicios de escritura y matemáticas.
Abrán sonrió. No quería que el pequeño Shamas se envalentonara aún más si le manifestaba comprensión ante la rigidez de su maestro. Shamas era el niño más inteligente de la tribu y su misión era estudiar y convertirse en escriba o sacerdote. Se necesitaban hombres sabios para realizar los cálculos para construir canales que llevaran el agua a la tierra seca. Hombres que supieran poner orden en los graneros, controlar la distribución del trigo, otorgar préstamos; hombres que guardaran el conocimiento de las plantas y animales, de las matemáticas, que supieran leer en las estrellas, capaces de pensar en algo más que en dar de comer a su prole.
El padre de Shamas había sido un gran escriba, un maestro, y el pequeño, como otros muchos hombres de su familia, había sido favorecido con el don de la inteligencia. No podía desperdiciarla, porque la inteligencia era un don que Él otorgaba a algunos hombres para hacer más fácil la existencia de los otros, y para combatir a quienes, siendo igualmente inteligentes, se dejaban inspirar por el Mal.
* Escriba
** Gran hermano
- ¿Ah, sí? ¿Y de qué te aburres?
- El dub-sar* que nos enseña no es muy alegre, seguramente porque aún no domina la caña como le gustaría al ses-gal** o al um-mi-a Ur-Nisaba. Al dub-sar Ili, que es quien se encarga de nosotros, no le gustan los niños, se impacienta, y nos hace repetir las mismas frases hasta que a su juicio están perfectas. Luego, cuando a mediodía nos exige decir la lección en voz alta se enfada si vacilamos y no tiene piedad a la hora de encargarnos ejercicios de escritura y matemáticas.
Abrán sonrió. No quería que el pequeño Shamas se envalentonara aún más si le manifestaba comprensión ante la rigidez de su maestro. Shamas era el niño más inteligente de la tribu y su misión era estudiar y convertirse en escriba o sacerdote. Se necesitaban hombres sabios para realizar los cálculos para construir canales que llevaran el agua a la tierra seca. Hombres que supieran poner orden en los graneros, controlar la distribución del trigo, otorgar préstamos; hombres que guardaran el conocimiento de las plantas y animales, de las matemáticas, que supieran leer en las estrellas, capaces de pensar en algo más que en dar de comer a su prole.
El padre de Shamas había sido un gran escriba, un maestro, y el pequeño, como otros muchos hombres de su familia, había sido favorecido con el don de la inteligencia. No podía desperdiciarla, porque la inteligencia era un don que Él otorgaba a algunos hombres para hacer más fácil la existencia de los otros, y para combatir a quienes, siendo igualmente inteligentes, se dejaban inspirar por el Mal.
* Escriba
** Gran hermano
SINOPSIS
Una arqueóloga iraquí nieta de un poderoso hombre con un oscuro pasado,
cuatro ancianos con sed de venganza, traficantes de arte sin escrúpulos,
un hombre en la sombra que mueve muchos hilos -El Mentor-, dos asesinos
a sueldo y un cura que escuchó una confesión que jamás debió oír...
Estos son algunos de los protagonistas de un rompecabezas inquietante
que no se resuelve hasta la última página.
Tras el éxito de su primera novela La Hermandad de la Sabana Santa,
Julia Navarro se confirma con La Biblia de Barro como maestra en la
creación de tramas que atrapan al lector desde la primera página. El
mundo del arte, la Segunda Guerra Mundial y sobre todo el poder que
mueve los hilos del mundo por encima de la política y las creencias son
los auténticos protagonistas de esta novela que llevará al lector por la
historia y la intriga hasta un apasionante y sorprendente final.
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