La estadística es una princesa de azul hielo
que patina por círculos de cálculos metálicos
y arrastra suavemente a sus fríos dominios.
Entras en sus elipses, en sus cerradas curvas,
en sus circunferencias concéntricas te sumes,
sus ecuaciones ponen espejos a tu imagen,
tus huesos redondeas en sus lentas parábolas,
tus madejas devánanse en su asíntota,
habita en sus incógnitas tu sangre,
eres el leve punto de sus gráficos,
cruzas el seco cielo que se acota
entre su abscisa y su ordenada, eres
el pájaro pequeño que persigue la flecha
de la media aritmética más allá de su nido.
Somos el acechado gorrión de la estadística,
caemos en sus redes y el corazón nos tiembla
como trémulas alas, nos sentimos heridos
pero sólo nos cruza un pequeño taladro
para que nos registre la gran computadora.
Hoy me he muerto de hambre, ayer besé tus labios,
mañana seré el preso de un sueño subversivo,
camino con el flanco quemado por un hierro,
soy la res de una inmensa ganadería técnica
y tengo una sonrisa de pena programada.
Yo soy el cero punto y un pequeño guarismo
por ciento de la masa que consume la vida,
apenas si perturbo el nivel de incidencia
y mi amor se regula por un coeficiente.
El cáncer me ha elegido, el infarto me ronda,
la autopista reclama mi cadáver.
Soñé con una pura libertad: bien mirado
pudiera ser su hipótesis, y sé que ya mi muerte
está en una esperanza matemática.
que patina por círculos de cálculos metálicos
y arrastra suavemente a sus fríos dominios.
Entras en sus elipses, en sus cerradas curvas,
en sus circunferencias concéntricas te sumes,
sus ecuaciones ponen espejos a tu imagen,
tus huesos redondeas en sus lentas parábolas,
tus madejas devánanse en su asíntota,
habita en sus incógnitas tu sangre,
eres el leve punto de sus gráficos,
cruzas el seco cielo que se acota
entre su abscisa y su ordenada, eres
el pájaro pequeño que persigue la flecha
de la media aritmética más allá de su nido.
Somos el acechado gorrión de la estadística,
caemos en sus redes y el corazón nos tiembla
como trémulas alas, nos sentimos heridos
pero sólo nos cruza un pequeño taladro
para que nos registre la gran computadora.
Hoy me he muerto de hambre, ayer besé tus labios,
mañana seré el preso de un sueño subversivo,
camino con el flanco quemado por un hierro,
soy la res de una inmensa ganadería técnica
y tengo una sonrisa de pena programada.
Yo soy el cero punto y un pequeño guarismo
por ciento de la masa que consume la vida,
apenas si perturbo el nivel de incidencia
y mi amor se regula por un coeficiente.
El cáncer me ha elegido, el infarto me ronda,
la autopista reclama mi cadáver.
Soñé con una pura libertad: bien mirado
pudiera ser su hipótesis, y sé que ya mi muerte
está en una esperanza matemática.
LEOPOLDO DE LUIS
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