Casi nunca miraba a los alumnos. Sentía como si aquellos ojos claros que
ellos clavaban en la pizarra y en su persona pudiesen desnudarlo. Se
limitaba a escribir sus fórmulas y ecuaciones y a explicarlas como si se
las explicara a sí mismo. En aquella aula enorme, desproporcionada, la
docena de estudiantes de cuarto curso que asistían a sus clases de
topología algebraica se sentaban en las tres primeras filas, más o menos
en los mismo sitios de siempre, dejando uno vacío en medio, como él
mismo hacía cuando iba a la universidad, aunque en ninguno de aquellos
alumnos se reconocía en absoluto.
En el silencio reinante, oyó al fondo la puerta del aula que se cerraba, pero siguió con su demostración sin volverse. Solo cuando hubo acabado, y repasaba una página de apuntes que en realidad no necesitaba y ordenaba los folios, notó que una nueva silueta ocupaba el margen superior de su campo visual. Alzó la cabeza y vió a Nadia sentada en la última fila, vestida de blanco y con las piernas cruzadas; no lo saludó.
Mattia fue presa del pánico pero, disimulando, pasó a explicar el siguiente teorema. Pronto perdió el hilo y se excusó para consultar los apuntes, sin lograr concentrarse. Entre los estudiantes se levantó un murmullo de extrañeza, pues era la primera vez en todo el curso que veían dudar al profesor.
En el silencio reinante, oyó al fondo la puerta del aula que se cerraba, pero siguió con su demostración sin volverse. Solo cuando hubo acabado, y repasaba una página de apuntes que en realidad no necesitaba y ordenaba los folios, notó que una nueva silueta ocupaba el margen superior de su campo visual. Alzó la cabeza y vió a Nadia sentada en la última fila, vestida de blanco y con las piernas cruzadas; no lo saludó.
Mattia fue presa del pánico pero, disimulando, pasó a explicar el siguiente teorema. Pronto perdió el hilo y se excusó para consultar los apuntes, sin lograr concentrarse. Entre los estudiantes se levantó un murmullo de extrañeza, pues era la primera vez en todo el curso que veían dudar al profesor.
SINOPSIS
Paolo Giordano se ha convertido, hoy por hoy, en el
fenómeno editorial más relevante de los últimos años en Italia. Con tan
sólo veintiséis años, La soledad de los números primos, ópera
prima de este recién licenciado en Física Teórica, ha sido galardonada
con el premio Strega 2008 y ha conseguido un éxito de ventas sin
precedentes para una primera novela. Asimismo, ha despertado un gran
interés internacional y será traducido a veintitrés idiomas.
Como introducción a esta excepcional novela, dejemos al texto hablar por sí mismo: «En una clase de primer curso Mattia había estudiado que entre los números primos hay algunos aún más especiales. Los matemáticos los llaman números primos gemelos: son parejas de números primos que están juntos, o mejor dicho, casi juntos, pues entre ellos media siempre un número par que los impide tocarse de verdad. Números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43. Mattia pensaba que Alice y él eran así, dos primos gemelos, solos y perdidos, juntos pero no lo bastante para tocarse de verdad.»
Esta bella metáfora es la clave de la dolorosa y conmovedora historia de Alice y Mattia. Una mañana fría, de niebla espesa, Alice sufre un grave accidente de esquí. Si la firmeza y madurez con que este joven autor desarrolla el tono narrativo impresiona y sorprende, no menos admirable es su valor para asomarse sin complejos, nada más y nada menos, a la esencia de la soledad.
Como introducción a esta excepcional novela, dejemos al texto hablar por sí mismo: «En una clase de primer curso Mattia había estudiado que entre los números primos hay algunos aún más especiales. Los matemáticos los llaman números primos gemelos: son parejas de números primos que están juntos, o mejor dicho, casi juntos, pues entre ellos media siempre un número par que los impide tocarse de verdad. Números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43. Mattia pensaba que Alice y él eran así, dos primos gemelos, solos y perdidos, juntos pero no lo bastante para tocarse de verdad.»
Esta bella metáfora es la clave de la dolorosa y conmovedora historia de Alice y Mattia. Una mañana fría, de niebla espesa, Alice sufre un grave accidente de esquí. Si la firmeza y madurez con que este joven autor desarrolla el tono narrativo impresiona y sorprende, no menos admirable es su valor para asomarse sin complejos, nada más y nada menos, a la esencia de la soledad.
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