martes, 27 de mayo de 2014

USTEDES Y NOSOTROS - Mario Benedetti

Ustedes cuando aman
  exigen bienestar
  una cama de cedro
  y un colchón especial

  nosotros cuando amamos
  es fácil de arreglar
  con sábanas qué bueno
  sin sábanas da igual

  ustedes cuando aman
  calculan interés
  y cuando se desaman
  calculan otra vez

  nosotros cuando amamos
  es como renacer
  y si nos desamamos
  no la pasamos bien

  ustedes cuando aman
  son de otra magnitud
  hay fotos chismes prensa
  y el amor es un boom

  nosotros cuando amamos
  es un amor común
  tan simple y tan sabroso
  como tener salud

  ustedes cuando aman
  consultan el reloj
  porque el tiempo que pierden
  vale medio millón

  nosotros cuando amamos
sin prisa y con fervor
  gozamos y nos sale
  barata la función

  ustedes cuando aman
  al analista van
  él es quien dictamina
  si lo hacen bien o mal

  nosotros cuando amamos
  sin tanta cortedad
  el subconsciente piola
  se pone a disfrutar

  ustedes cuando aman
  exigen bienestar
  una cama de cedro
  y un colchón especial

  nosotros cuando amamos
  es fácil de arreglar
  con sábanas qué bueno
  sin sábanas da igual.

viernes, 23 de mayo de 2014

EL SELLO DEL ALGEBRISTA - Jesús Maeso de la Torre

Flotaba en el aire de Atenas un aroma lozano y un fulgor purpúreo acariciaba el mar, los templos ruinosos, los capiteles medio enterrados, las estatuas decapitadas y los pedestales arqueados, con los que sus antiguos habitantes habían honrado a las deidades de la Hélade. Lo más granado de Ponte Leone se congregó en el embarcadero para despedir a La Violant, a la que acompañaban cuatro naos de guerra provistas de bolaños de hierro, culebrinas y bombardas pegadas como lapas a sus costados.
 
Habían untado de sebo las poleas y abastecido la bodega de leña, pez y alimentos; Diego, melancólico como un pajarillo en jaula ajena, se acomodó al abrigo de la amurada sobre el fardo de sus pertenencias, contemplando con gesto adusto la ciudad ática, la madre fecunda que había legado su herencia a la cristiandad, que rielaba como el oro. Rindió un tributo de gratitud a Pitágoras y a Tales de Mileto, dos genios del álgebra que había estudiado en las aulas, y a los maestros Platón y Aristóteles, cuyas obras eran lectura obligada en las Universitas de Perpiñán y Lérida. Ello mientras la traza de la prodigiosa Atenas se encogía hasta esfumarse en el horizonte como un garabato gris.

SINOPSIS

El anciano monje herborista del monasterio de San Juan de la Peña llama a su lecho de muerte a Diego Galaz, maestro de álgebra educado en el convento, y le revela que su nacimiento oculta un gran secreto. En su agonía le entrega el eslabón que lo une a su familia: un enigmático anillo en el que aparecen buriladas las barras de Aragón y el símbolo de la inmortalidad del pueblo de Israel, emblema sagrado del linaje sacerdotal del Templo de Jerusalén. Galaz se lanza a desentrañar el enigma que esconde el anillo, aunque la búsqueda se revela más difícil de lo esperado: ninguna de las pistas son lo que parecen, pero a través de ellas inicia una aventura arriesgada que le lleva a los campamentos de almogávares del Pirineo, a la judería de Besalú y a Zaragoza, donde recibe un extraño presagio y conoce a la dama de sus sueños, la bella conversa Isabella Santángel. Desde Barcelona emprende rumbo a Oriente, ignorante de los letales peligros y de las situaciones extremas que le aguardan.
La odisea de Diego Galaz es el hilo conductor de un vívido fresco del mundo medieval: las costumbres de los almogávares en la Atenas aragonesa, la Arabia Feliz, el País de los Aromas, las fabulosas Ciudades del Oro de las fuentes del Nilo, El Cairo, el mar Rojo, la etíope Lalibela, Alejandría y Sicilia.
Con un gran despliegue de imaginación, vigor narrativo y sabiduría histórica, Jesús Maeso desvela los misterios de los algebristas de Alejandría y la vida de los místicos de las cuevas de Qumran, así como las intrigas de las cortes de Castilla y Aragón, a través de una trama subyugante y con escenas de gran intensidad que llevan al más insospechado desenlace.

EL SUEÑO DE GALILEO - Kim Stanley Robinson

El desconocido se aproximó a Galileo, se detuvo ante él, hizo una tiesa reverencia y luego le tendió la mano derecha. Galileo respondió con otra reverencia, tomó la mano y la estrechó. Era fina y alargada, como la cara del individuo.

En un latín gutural de acento muy extraño, con una voz aguda y cascada, el desconocido dijo:

—¿Sois domino signor Galileo Galilei, profesor de matemáticas en la Universidad de Padua?

—Así es. ¿Quién lo pregunta?

El hombre le soltó la mano.

—Soy un colega de Johannes Kepler. Recientemente hemos tenido la oportunidad de estudiar una de vuestras utilísimas brújulas militares.

—Me alegro mucho de oírlo —dijo Galileo con sorpresa—. He mantenido correspondencia con el signor Kepler, como imagino os habrá referido él mismo, pero nunca me lo contó en sus cartas. ¿Cuándo y dónde os conocisteis?

—El pasado año, en Praga.

Galileo asintió. La residencia de Kepler había cambiado tanto con los años que ya no intentaba mantenerse al corriente de su paradero. De hecho, no había respondido a su última carta al no haber podido terminar el libro que la acompañaba.

—¿Y de dónde sois vos?

—Del norte de Europa.

[...]

—¿De qué ciudad? ¿De qué país? —insistió Galileo.

—Echion Linea. Cerca de Morvran.

—No conozco tales ciudades.

—Viajo mucho. —La mirada del hombre estaba tan clavada en Galileo como si fuera la primera comida que veía en una semana—. En mi último viaje estuve en los Países Bajos, donde vi un instrumento que me hizo pensar en vos, a causa de la brújula que, como ya he dicho, me mostró Kepler. El artefacto holandés era una especie de cristal de observación.

—¿Como un espejo?

—No. Un cristal que se usa para mirar a través de él. O, más bien, un tubo con el que se pueden mirar las cosas, con una lente de vidrio a cada lado. Aumenta el tamaño de lo que se observa.

—¿Como la lente de un joyero?

—Sí…

—Esas lentes solo funcionan para cosas que están muy cerca.

—Pues éste permitía ver cosas situadas muy lejos.

—¿Cómo es posible?

El hombre se encogió de hombros.

Aquello sonaba interesante.

—Tal vez porque tenía dos lentes —dijo Galileo—. ¿Eran cóncavas o convexas?

El hombre abrió la boca, vaciló y luego volvió a encogerse de hombros. Estuvo a punto de ponerse bizco. Tenía ojos castaños, salpicados de manchas verdes y amarillas, como los canales de Venecia al llegar el crepúsculo.

—No lo sé —dijo finalmente.
 
Aquello decepcionó a Galileo.

—¿Tenéis uno de esos tubos?

—No aquí conmigo.

—Pero ¿tenéis uno?

—De ese tipo no. Pero sí.

—Y habéis decidido venir a contármelo.

—Sí. Por vuestra brújula. Hemos visto que, entre otras aplicaciones, se puede usar para calcular determinadas distancias.

—Pues claro. —Una de las principales funciones de la brújula era medir las distancias para los disparos de la artillería. A pesar de lo cual, pocos cuerpos u oficiales de esta arma habían adquirido una. Trescientas siete, para ser exactos, había conseguido vender a lo largo de un periodo de doce años.

—Tales cálculos serían más sencillos —dijo el desconocido— si pudierais ver las cosas desde más lejos…

—Muchas cosas serían más sencillas.

—Sí. Y ahora es posible
 
—Interesante —afirmó Galileo—. ¿Cómo decíais que os llamabais, signor?

El hombre apartó la mirada, incómodo.

—Veo que los artesanos están guardando sus enseres para marcharse. Os estoy entreteniendo, tanto a vos como a ellos, y tengo una cita concertada con un hombre de Ragusa. Volveremos a vernos…

SINOPSIS

En la Venecia del Renacimiento un extraño personaje aborda a Galileo y le facilita información clave para que desarrolle sus inventos.

En 1609, un extraño aborda a Galileo en las calles de Venecia y le habla de la existencia de un aparato para ver más de cerca las cosas lejanas. A partir de esa información, Galileo redescubre y mejora el telescopio, iniciando así sus observaciones astronómicas que le llevarían a la confirmación de la «hipótesis» copernicana y le conducirían al juicio por herejía.

Algún tiempo después el extranjero vuelve a aparecer en la vida de Galileo, esta vez para conducirlo a Europa, la segunda luna de Júpiter, en un futuro lejano donde se requiere su presencia para mediar entre varias facciones.

AFORISMOS - Leonardo da Vinci

120. ¡Oh, tontería humana! ¿No echas de ver que aunque has pasado toda tu vida contigo mismo, no has logrado reconocer lo que mejor posees, a saber: tu locura? Siguiendo la multitud de los sofistas, te engañas y engañas a los otros. Desprecias las ciencias matemáticas, que contienen la verdadera noción de las cosas que son de tu dominio; pasas luego a tratar de los milagros, pretendiendo saber cosas que escapan a la capacidad de la mente humana y no pueden demostrarse con ningún ejemplo natural; y piensas haber realizado un milagro cuando has deteriorado la obra de algún ingenio especulativo, sin advertir que incurres en el mismo error que el que despoja una planta del ornamento de sus ramos, llenos de hojas, de olorosas flores y de frutas.

SINOPSIS

Es probable que el título de «Aforismos» no haga justicia al contenido de esta obra. Porque lo que en ella se recoge no son sólo sentencias breves sacadas de los escritos de Leonardo da Vinci. Es más, mucho más. Es una amplia recopilación de un tipo de hombre que cada vez existe menos (o que, quizá, ya no existe): el sabio universal, el polímata que no desdeña ningún campo de las ciencias o las artes, el genio que escudriña todos los campos del saber para descubrirlos y añadirles su aporte personal. En esta obra hay textos sobre Dios, sobre la naturaleza, la geología, la psicología, la anatomía del ojo, las ciencias ocultas… Hay fábulas y hay extractos de cartas, hay profecías y hasta hay textos humorísticos. Son las perlas escogidas de un genio inmortal.

sábado, 17 de mayo de 2014

BAJO LA MISMA ESTRELLA - John Green

-Me llamo Hazel. Augustus Waters fue el fugaz gran amor de mi vida. La nuestra fue una historia de amor épica, y no profundizaré más en el tema para no hundirme en un mar de lágrimas. Gus lo sabía. Gus lo sabe. No voy a contaros nuestra historia de amor porque, como todas las historias de amor reales, morirá con nosotros, como debe ser. Esperaba que él me hiciera un discurso fúnebre a mí, porque nadie podría haberlo hecho mejor...

Empecé a llorar.

-Bueno, ¿cómo no voy a llorar? ¿Por qué estoy...? Bien, bien.

Tomé aire y volví a la página.

-No puedo hablar de nuestra historia de amor, así que hablaré de matemáticas. No soy matemática, pero de algo estoy segura: entre el 0 y el 1 hay infinitos números. Están el 0,1, el 0,12, el 0,112 y una infinita colección de otros números. Por supuesto, entre el 0 y el 2 también hay una serie de números infinita, pero mayor, y entre 0 y un millón. Hay infinitos más grandes que otros. Nos lo enseñó un escritor que nos gustaba. En estos días, a menudo siento que me fastidia que mi serie infinita sea tan breve. Quiero más números de los que seguramente obtendré, y quiero más números para Augustus de los que obtuvo. Pero, Gus, amor mío, no puedo expresar lo mucho que te agradezco nuestro pequeño infinito. No lo cambiaría por el mundo entero. Me has dado una eternidad en esos días contados, y te doy las gracias.

SINOPSIS

A Hazel y a Gus les gustaría tener vidas más corrientes. Algunos dirían que no han nacido con estrella, que su mundo es injusto. Hazel y Gus son solo adolescentes, pero si algo les ha enseñado el cáncer que ambos padecen es que no hay tiempo para lamentaciones, porque, nos guste o no, solo existe el hoy y el ahora. Y por ello, con la intención de hacer realidad el mayor deseo de Hazel -conocer a su escritor favorito-, cruzarán juntos el Atlántico para vivir una aventura contrareloj, tan catártica como desgarradora. Destino: Amsterdam, el lugar donde reside el enigmático y malhumorado escritor, la única persona que tal vez pueda ayudarles a ordenar las piezas del enorme puzle del que forman parte...

viernes, 16 de mayo de 2014

EL CODICE 632 - Jose Rodrigues Dos Santos

—¿Y lo del recuento de las letras y el Árbol de la Vida? —preguntó Tomás, mientras escribía afanosamente en su libreta—. ¿Dónde encaja eso?

—Profesor Noronha, está hablando de dos cosas diferentes —repuso Solomon—. Lo que usted llama recuento de letras es, supongo, la gematría. Esta técnica consiste en la obtención del valor numérico de las palabras después de establecer la correspondencia entre las letras del alfabeto hebreo y los guarismos. En la gematría, las nueve primeras letras se asocian a las nueve unidades, las nueve letras siguientes están ligadas a las nueve decenas y las cuatro restantes representan las cuatro primeras centenas. —Abrió las manos y las hizo girar, como si con ese movimiento lograse abarcar toda la Creación—. Dios creó el universo con números y cada número contiene un misterio y una revelación. Todo lo que existe en el universo está encadenado por un sistema de causas y efectos y forma una unidad que se multiplica hasta el infinito. Los matemáticos, hoy en día, usan la teoría del caos para comprender ese complejo funcionamiento de las cosas, mientras que los físicos optan por el principio de incertidumbre para justificar el extraño comportamiento de las macropartículas en el estado cuántico. Nosotros, los cabalistas, preferimos la gematría. Hace miles de años, entre los siglos II y vi de la era cristiana, apareció una pequeña obra enigmática y metafísica titulada Sefer Yetzirah o Libro de la Creación, donde se describe cómo Dios hizo el mundo usando números y palabras. Tal como los matemáticos y los físicos actuales, el Sefer Yetzirah sostenía que era posible penetrar en el divino poder creador a través de la comprensión de los números. Eso es, en el fondo, la gematría. Este sistema atribuye poder creador a la palabra y a los números y parte del principio de que el hebreo fue el idioma usado por Dios en el acto de la Creación. Los números y el hebreo tienen naturaleza divina. A través de la gematría, es posible transformar las letras en números y hacer descubrimientos muy interesantes. —Insistió hablando de verrry interrresting discoverries, lo que le otorgó un aire misterioso a la frase—. Por ejemplo, la palabra hebrea shanah, año, suma 355, que es justamente el número de días del año lunar. Y la palabra heraryon, embarazo, suma 271, o sea el equivalente, en días, a nueve meses, el periodo que dura el embarazo.

—Como si fuese un anagrama.

—Precisamente, un anagrama divino entre números y palabras. Veamos otros ejemplos. En la gematría, av, padre, suma 3, y em, madre, suma 41. Ahora bien, 3 más 41 da 44, que es justamente el número de ieled, hijo. La suma del padre y de la madre da el hijo. Uno de los nombres de Dios, Elohim, vale 86, y la palabra naturaleza, hateva, también vale 86. Lo cual implica que Dios equivale a la naturaleza.

—Curioso.

—Pero más curioso, profesor Noronha, es lo que resulta de la aplicación de la gematría a las Sagradas Escrituras. Uno de los nombres de Dios, Yhvh elohei Israel, suma 613. Pues Moslu’h rabeinu, nuestro maestro Moisés, también suma 613. Este es, además, el número de preceptos de la Tora. Esto significa que Dios transmitió a Moisés las 613 leyes de la Tora. —Esbozó un gesto circular con las manos—. Las Sagradas Escrituras tienen una complejidad holográfica, se multiplican dentro de su texto varios sentidos. Otro ejemplo. El Génesis dice que Abraham llevó 318 siervos a una batalla. Pero los cabalistas, al estudiar el valor numérico del nombre de su siervo Eliezer, descubrieron que era 318. En consecuencia, se supone que Abraham, en realidad, sólo se llevó consigo a su único siervo.

—¿Está diciendo que la Biblia contiene mensajes subliminales?

—Si quiere llamarlos así —dijo afable Solomon—. ¿Sabe cuál es la primera palabra de las Sagradas Escrituras?

—No.

—Bereshith. Quiere decir «En el principio». Si dividimos bereshith en dos palabras, queda bere, o sea «creó», y shith, que significa «seis». La Creación duró seis días y Él descansó el séptimo. Todo el mensaje de la Creación está contenido, pues, en una sola palabra, justamente la primera de las Sagradas Escrituras. Bereshith. «En el principio». Bere y shith. «Creó y seis». El seis corresponde al hexagrama, al doble triángulo del sello de Salomón, la que ahora llamamos estrella de David y que vemos en la bandera. —Señaló el paño blanco con trazos azules de la bandera de Israel, colocada en un rincón del escritorio—. Pero también se encuentran anagramas en las Sagradas Escrituras. Por ejemplo, Dios reveló en el Éxodo: «te enviaré mi ángel». La expresión «mi ángel» se dice, en hebreo, melaji, un anagrama de Mijael, el ángel protector de los judíos. Es decir, Dios envió al ángel Mijael.

—¿Y ese sistema de interpretación también se aplica al Árbol de la Vida?

SINOPSIS

Tomás Noroña, profesor de Historia de la Universidad Nova de Lisboa y perito en criptología y lenguas antiguas, es contratado para descifrar una cifra misteriosa: MOLOC NINUNDIA OMASTOOS, encontrada entre unos misteriosos documentos que un historiador dejó en Río de Janeiro, antes de ser asesinado.

    Los conocimientos y la imaginación de Tomás lo llevarán a una espiral de intrigas, en dónde inesperadamente se topará que con un secreto guardado durante muchos siglos: la verdadera identidad de Cristóbal Colón.

    Basada en documentos históricos genuinos, El códice 632 nos transporta a un viaje por el tiempo, una aventura repleta de enigmas y mitos, secretos encubiertos y pistas misteriosas, falsas apariencias y hechos silenciados, un auténtico juego de espejos donde la ilusión se disfraza de realidad, para disimular la verdad.

LA CINTA DE ESCHER - Abel Pohulanik

—Este es uno de los pocos trabajos que conservó Escher de su maestro en el arte del grabado, el profesor Samuel Jesserun de Mesquita, nacido en Portugal y desaparecido junto a su mujer y su hijo en el año 1944 en un campo de concentración nazi. Debemos justamente a Escher la recuperación de muchos trabajos de Mesquita, abandonados en el estudio después de su deportación.

Tendría que dejar para más tarde mi repentina duda de si el nombre de Araceli Mesquita era una casualidad o una impostura, porque siguiendo los pasos de la eficiente nórdica acababa de iniciar mi verdadera inmersión en el mundo de Maurits Cornelis Escher, nacido en 1898 y fallecido en 1972.

A los pocos minutos del recorrido caí en la cuenta de tres cosas: que yo era un absoluto ignorante, ya que se me perdían o no entendía la mitad de las explicaciones; que la rubita tenía el propósito de subrayar para mí ciertos aspectos, puesto que me miraba fijamente cuando repetía algunas palabras que se ajustaban perfectamente a las maquinaciones de Araceli; y finalmente que la citada azafata no llevaba bragas.

«En algunas de las litografías de Escher», dijo, por ejemplo, «hay tal extrañeza, pero al mismo tiempo tanta perfección, que no podemos hacer otra cosa que entregamos al placer de contemplarlas, de disfrutar de ellas, sin tratar de explicarlas con las leyes de la razón. Las figuras y los mundos creados por el artista se basan en la aplicación exhaustiva de las leyes de la perspectiva, la geometría y el cálculo matemático, pero su propósito no se limita a la perfección sino a la sugestión y el engaño. Esa supuesta mentira se produce por el simple deseo de jugar con ella, pero cuidado, tanto el creador como el espectador conocen y se entregan conscientemente a dicho engaño».

Poco a poco, siguiendo los pasos de aquella especie de brujita iniciática, fui pasando de la descalificación al respeto y luego a la admiración por aquel artista. En efecto: no podía quedarme en la simple postura del que dice «me gusta» o «no me gusta». Lo posible y lo imposible parecían fundirse en cada cuadro de una manera casi lógica, si no fuese porque una cascada no puede alimentarse de unas aguas que suben cuesta arriba como si tal cosa, o que unos reptiles se escapen de un dibujo plano para darse un garbeo sobre unos libros y después se sumerjan otra vez en el papel.

En la litografía Arriba y abajo creí descubrir a la doble de Araceli Mesquita, o la modelo que utilizó para sus cuadros. Era asi la misma: la mujer en la ventana, contemplando serena y eternamente a un niño que la mira desde abajo. Lleva el cabello recogido en un pequeño moño, igual que en sus dibujos, y también muy semejante al de un boceto de Jetta, la propia mujer de Escher. Pero ¿dónde había visto yo una casa y unas escaleras similares?

Ante la serie sobre ciclos y metamorfosis Celia me envió sus miradas más intensas. «El objeto representado», dijo más o menos (mientras yo comenzaba a pensar seriamente en el tiempo que llevaba sin follar con una nórdica), «no necesariamente debe tener existencia en nuestro mundo real, las figuras humanas, los peces y los pájaros tienen un lejano referente con la idea que tenemos de ellos, pero aquí son meros elementos de una demostración mayor». (Con la última, ya ni recordaba su nombre, había sido en un hotel de las Ramblas y recordé que tenía el pubis sedoso y casi albino). «Por ello son utilizados de forma reiterada y desde distintos puntos de vista, formando parte de tramas ajenas a toda normalidad, pero que al mismo tiempo ofrecen una lógica interna, propia del juego que propone Escher». (Celia tenía las manos largas, huesudas y rojas, como las pescaderas, y señalaba los cuadros abriendo los dedos en abanico, imitando con las manos los arabescos del dibujo). «Este hombrecillo, por ejemplo, puede ser uno o muchos, lo importante es que cumple una misión en el dibujo. Debe realizar un ciclo, una metamorfosis, someterse a cambios, antes de volver a su estado original, como veréis en esta litografía llamada Encuentros, puesto que se pierde en las sombras y las brumas de arriba y de abajo. De ser un elemento casi ornamental pasa brevemente por una etapa en la que es protagonista, antes de volver a esas sombras de donde salió por un instante». (Con el mismo arabesco de sus dedos acariciaría el vientre de su amante, sujetando con finura y eficacia el sexo que se acerca hacia su boca).

Al parecer, hubo intentos de explicaciones metafísicas y matemáticas de los dibujos de Escher, incluso las interpretaciones que llegó a conocer no le provocaron más que curiosidad, escepticismo o simple fastidio, cosa que me llevó inmediatamente a simpatizar con él y a pensar que, como yo, era un cínico apasionante. No se propuso demostrar teorías, salvo la eterna dualidad de todo: lo blanco podía pasar a ser negro, lo cóncavo era también convexo, no existía el arriba o el abajo, la izquierda o la derecha que todos conocemos, sino la infinita compenetración de mundos dispares, la existencia simultánea de universos imposibles.

Está claro que no presté mucha atención a ciertas explicaciones, perdido en mis propios interrogantes y tratando de adivinar, al mismo tiempo, si bajo la estrecha falda azul el pubis color paja de Celia se apretaría sobre la trama oscura de sus pantis, sin el estorbo de unas braguitas color carne. No obstante, algunos temas como el del dualismo, el error consciente o los espejos que no reflejan exactamente lo que está delante, acabaron por fijarse en mi memoria gracias a la insistencia de Celia, quien repitió, una y otra vez, que «todo dibujo es un engaño. Los espejos mágicos o las perspectivas de vértigo no invitan más que a la contemplación, al placer estético, dejando de lado todo intento de explicación».

¿De modo que no me quedaba otra salida que entregarme a aquel macabro juego?, me pregunté muchas veces, no sólo aquella mañana sino en los días sucesivos. ¿Pero acaso se puede jugar con una muerte, la de esa mujer a quién estaba seguro de no haber matado?

—… pero eran fruto de una investigación sobre las mismas —estaba diciendo uno de los del grupo—. ¿Eso no es una actitud demasiado intelectual para un artista?

Celia levantó las cejas y le endilgó una típica mirada de azafata asesina antes de contestar:

—Desde el punto de vista del artista, sí. Pero al espectador no le queda más remedio que aceptar que en la obra se contradice cualquier concepto a priori —me buscó con los ojos y continuó, mordiendo cada palabra—, como dijo uno de sus críticos: a nosotros nos queda sólo la excitación pasiva de su contemplación.

¡Excitación pasiva!, pensé sobresaltado. Vaya manera más directa y elegante de definir la condición que le impuse a Carelia para hacerle el amor. ¿Era yo el «hombrecillo» del cuadro, el espectador o el causante de la trama? «Todo», pareció contestarme la mirada de Celia, mientras explicaba las manos que salían del dibujo para dibujarse una a la otra. Era el mismo que vi en el pasillo de Carelia. (Ni oscuro, abigarrado o profuso; ni ensortijado, rebelde o desordenado; ni siquiera oloroso… el pubis de Celia sería ordenado, lacio, liso y sin tropiezos, como su larga perorata sobre Escher).

Pero a decir verdad, a lo largo de toda la visita, no dejé de encontrar paralelismos y conexiones entre las obras de Escher, las explicaciones de la guía y mis recientes experiencias. Allí estaba, por ejemplo, mi viejo y conocido «nudo» triangular, junto a otros nudos más complejos, cintas entrelazadas por las que transitaban eternamente hormigas y jinetes, y más cintas, con forma de serpientes o enredadas en un cubo, fingiendo protuberancias que bien miradas podían ser también agujeros apuntando al infinito.

Antes de terminar, confundido y perplejo, contemplé uno de los últimos y más perfectos grabados de Escher: en una estructura circular, formada por incontables eslabones que crecen desde el centro, se agrandan y otra vez se reducen hacia el borde, tres serpientes se enroscan entre los anillos, sacando hacia fuera sus cabezas. No se miran pero se presienten, enredando con perfecta simetría, una en la otra, sus largas y escamadas colas. Odio las serpientes, pero ahí estábamos otra vez, como en diabólica trinidad, Carelia, la pintora y yo. (Definitivamente: tendría que seducir a la azafata).

SINOPSIS

Un gigoló, un atractivo joven que cambia sexo por dinero en las calles de Barcelona, siente de pronto que su cinismo empieza a resquebrajarse. La inerte entrega de una clienta, Carelia M., que lo contrata cada domingo, va excitándole más allá de lo que le exige su trabajo de prostituto. Pero la atracción se convertirá en extrañeza y más tarde en terror cuando, la mañana en que arde el Liceo de Barcelona, los periódicos comunican la muerte de Carelia, con quien estuvo la noche anterior.
Y el protagonista, que jamás se ha preguntado por el erotismo de los demás ni por el suyo propio, debe ahora plantearse éste y otros interrogantes. ¿Qué significa el misterioso dibujo impreso en el sobre que contenía el dinero para pagar sus servicios ? ¿Qué tenía que ver él con la desafiante pasividad de esa clienta ?
Poco se imagina la trama insólita —hecha de engaño y placer— en la que se verá envuelto y que lo arrastrará, como un juguete sexual, de Barcelona a Madrid, Valencia y Venecia, ciudades en las que intentará desentrañar un enigma relacionado con los cuadros de C.M.Escher. Así como son tres los giros del nudo dibujado por Escher, las trilogías y simetrías parecen perseguir al gígolo. A través de varios episodios desconcertantes —cargados de una insistente sensualidad tan deseable como peligrosa— descubrirá las múltiples posibilidades del erotismo, hasta ese momento desconocido para él. Por fin, un último encuentro decidirá su destino.

ABRÁZAME FUERTE - Lof Yu

Las puertas del instituto, un lunes a primera hora, parecen un gallinero. Todo el mundo está charlando en pequeños corrillos. Marcos pasa desapercibido, se dirige a la puerta de entrada y busca al conserje. Debe preguntar por su tutor, pues aún no sabe dónde está su clase. El corazón le va a mil por hora. Además, nunca ha sido un chico que destaque por crear simpatía entre los profesores.

Perdido en la recepción del instituto, oye una voz entre todo el tumulto.

—¿Marcos? ¿Eres tú?

—Eh... sí. ¿Y usted es...?

—Tu tutor. Sígueme.

Sin pensarlo, el muchacho se deja guiar por los pasillos. Los estudiantes dejan paso al profesor y se fijan en Marcos. «¡Por favor, lo estoy pasando fatal!», piensa éste mientras se dirigen a su clase.

—Es aquí: segundo piso, aula 3.2. Si tienes cualquier duda, estaré en el despacho de la recepción. Me toca guardia. Creo que ahora tienes clase de matemáticas pero, de todos modos, pide los horarios a tus compañeros. —El tutor lo mira y le sonríe—. Bienvenido, Marcos.

«Perfecto: nada más llegar, clase de mates», piensa el chico.

—¿Dónde me siento?

—Donde encuentres sitio. Esto no es el parvulario.

—Entiendo —responde el muchacho en voz baja.

La clase esta medio vacía. Lo primero que hace es buscar un buen sitio para no destacar, así que se dirige hacia la última fila. Junto a la ventana encuentra un lugar que le parece perfecto. Se sienta, desganado y soñoliento aún.

«Ahora sólo toca esperar que no me coma nadie.»

De pronto suena un timbre estridente y, a continuación, una mujer vieja con gafas doradas en la punta de la nariz, vestida con un traje de chaqueta marrón oscuro, se sitúa delante de la pizarra.

«¡Qué miedo! Parece salida de una película de nazis, con esa falda verde militar y una camisa verde pistacho... Sólo le falta la boina de sargento», piensa Marcos.

Detrás de la profe de mates aparecen, como si de una procesión se tratara, todos los chicos y chicas.

—Separaos —ordena la profesora, seria—. Hoy, examen sorpresa.

—¿Qué? —exclama Marcos, como la mayoría de sus nuevos compañeros.

—¡Silencio! Coged hojas blancas.

«Estupendo —piensa el nuevo—. Éste es el principio de un gran día.»

SINOPSIS

Fresca, actual, divertida y tremendamente romántica. Silvia, Estela, Bea y Ana son las Princess. Un grupo de amigas que pensaban que estaban tan unidas que jamás pelearían por nada. Hasta que una cita de Messenger, un perro llamado Atreyu, un grafi ti, una entrada en un blog y una canción cambiaron sus vidas para siempre. J untas descubrirán el amor y lo sencillo que es hacer feliz a alguien con un simple y fuerte abrazo. Reivindico el abrazo como fuente de inspiración del amor porque cuando se da un buen abrazo, no se olvida fácilmente. Puedes abrazar a una nube, a un árbol, a tu hermano, a tu hermana, a un chico, a una chica…pero ¡abraza! Y hazlo como quieras pero si algún día notas que me voy…¡abrázame fuerte!

ABRÁZAME FUERTE - Lof Yu

Marcos camina rápido, de nuevo volverá a llegar tarde a clase de matemáticas con la Sargento. La primera clase del lunes y ¿tiene que ser la de matemáticas? ¿Alguien piensa en la salud mental de los alumnos? Si llegas tarde, la Sargento suele interrumpir la clase y, desde la pizarra, te hace quedar en evidencia. Marcos ya lo ha visto con algunos compañeros y también lo vivió en carne propia una vez. En esa ocasión, la Sargento le dijo: «El día en que resuelvas la ecuación de tus cabellos, te sabrás peinar. Entonces serás capaz de llegar pronto a clase». Sus compañeros se rieron de él.

Desde ese día el chico ha conseguido ser puntual, pero hoy le ha resultado imposible. Ha querido disfrutar de ese buen momento con su madre. Camina rápido y mira el reloj. ¡Perfecto!, un cuarto de hora tarde. Decide apretar el paso. Es curioso, cuando uno llega tarde al instituto no es necesario mirar el reloj, le basta con echar un vistazo a la calle y la entrada del centro, y ya lo sabe: ambas están desiertas. Los únicos transeúntes son jubilados que pasean al perro y transportistas que sirven los pedidos a los supermercados.

Encuentra cerradas las puertas del centro. Toca el timbre. El conserje le abre y Marcos sube de dos en dos la escalera trotando como si fuera un caballo salvaje hacia el aula. Cuando está delante de la puerta, respira hondo un par de veces. No quiere llegar resoplando y darle un motivo de burla a la Sargento. El chico posa la mano en la manija. «Tres... dos... uno... ¡Bienvenido al infierno!», se dice a sí mismo mientras abre la puerta.

Toda la clase lo mira. La Sargento detiene su explicación y lo mira también. Marcos espera su comentario más cruel.

—¿Sabe usted que hace matemáticas con la música? —le insta la profesora.

Marcos calla ante la mirada sonriente de sus compañeros. No entiende muy bien la pregunta, y está convencido de que es una trampa.

—No...

—La actuación de ayer fue excelente. No esperaba menos de usted.

En silencio, el chico se dirige a su pupitre. Al pasar por las mesas, tres compañeros le palmean el brazo. Al sentarse, el alumno que se sienta detrás de él le da un par de golpecitos en la espalda. La Sargento continúa la clase.

—Como iba diciendo... Hoy haremos un stop en nuestro temario. Vamos a dedicarle la clase a usted. —Se dirige a Marcos, que aún no ha tenido tiempo de sacar la libreta de los apuntes—. Veremos qué relación hay entre el solfeo, las melodías musicales y las ecuaciones matemáticas. Verán que su amigo, el que se sienta ahí, hizo sin querer un logaritmo neperiano, con lo que se adelantó a la última lección del curso.

Los alumnos que están sentados delante de él se vuelven y lo miran con orgullo. Marcos se ha puesto más rojo que en la televisión. Al igual que Estela, él no pensaba que su estreno en la pantalla pudiera causar tanta expectación.

SINOPSIS

Fresca, actual, divertida y tremendamente romántica. Silvia, Estela, Bea y Ana son las Princess. Un grupo de amigas que pensaban que estaban tan unidas que jamás pelearían por nada. Hasta que una cita de Messenger, un perro llamado Atreyu, un grafi ti, una entrada en un blog y una canción cambiaron sus vidas para siempre. J untas descubrirán el amor y lo sencillo que es hacer feliz a alguien con un simple y fuerte abrazo. Reivindico el abrazo como fuente de inspiración del amor porque cuando se da un buen abrazo, no se olvida fácilmente. Puedes abrazar a una nube, a un árbol, a tu hermano, a tu hermana, a un chico, a una chica…pero ¡abraza! Y hazlo como quieras pero si algún día notas que me voy…¡abrázame fuerte!

LA TIERRA DEL TERROR - Kenneth Robeson

Doc Savage, sentado en el potente «roadster», observó la nube de vapor espeso y gris elevarse por encima del plantío de arbustos.

Aunque se hallaba a unos sesenta metros de distancia, sus agudos ojos notaron al instante la calidad inusitada del vapor cuya vaga consistencia daba la impresión de humo.

Pero en aquel preciso momento, la atención de Doc se centraba en el problema de matemáticas que estaba resolviendo en su cabeza, un intrincado cálculo concerniente a las investigaciones eléctricas que estaba realizando.

El problema hubiera resultado irresoluble para los más expertos matemáticos auxiliados por las máquinas calculadoras más modernas, pero dada la remarcable eficiencia de su entrenada mente, Doc podía realizar prodigiosos cálculos en el interior de su cerebro. Realizar proezas asombrosas de este tipo era algo habitual en él.

Por lo tanto, los cálculos distrajeron a Doc de investigar a la vez la neblina de ceniza. Terminó su problema mental y se irguió en el vehículo.


SINOPSIS



Clark «Doc» Savage Jr. es un médico, cirujano, científico, aventurero, inventor, explorador, investigador, y, como se revela en El Tesoro Polar, un músico. Un equipo de científicos reunidos por su padre, entrenaron su mente y cuerpo a las capacidades casi sobrehumanas desde el nacimiento dándole una gran fuerza y resistencia, una memoria fotográfica, un dominio de las artes marciales y un vasto conocimiento de las ciencias. Es también un maestro del disfraz y un excelente imitador de voces.

Cinco individuos forman el equipo que le acompaña en sus aventuras, expertos en áreas concretas: Andrew Blogget «Monk» Mayfair (químico), Theodore Marley «Ham» Brooks (abogado), John «Renny» Renwick (ingeniero), Thomas J. «Long Tom» Roberts (ingeniero electrónico) y William Harper «Johnny» Littlejohn (arqueólogo y geólogo).

En esta aventura, Doc Savage sigue la pista del criminal supervillano Kar, que controla el humo mortal de la Eternidad, hasta la prehistórica Isla del Trueno, donde Doc y sus hombres luchan por su supervivencia contra terroríficos dinosaurios.

martes, 6 de mayo de 2014

LAS LÁGRIMAS DE SHIVA - César Mallorquí

El despertador marcaba las seis menos diez de la madrugada cuando regresé a mi dormitorio. Sabía que no iba a conseguir dormirme de nuevo, así que ni siquiera lo intenté y me quedé tumbado sobre la cama con la vista perdida en el techo, pensando.

Me sentía muy confundido. El fantasma de Beatriz había escrito el nombre de Amalia y señalado el segundo cajón oculto, como si entre ambas cosas existiera una relación. Pero el compartimento secreto estaba vacío. ¿Qué significaba eso? Pasé mucho rato dándole vueltas a aquel enigma. El amanecer me había sorprendido enfrascado en mis reflexiones. Amalia y un cajón vacío, ésos eran los dos elementos que yo debía unir. Un cajón vacío, un compartimento donde no había nada.

Nada. Cero.

¿Cero?
 
De repente, recordé algo que había contado en clase el profesor de matemáticas. Según nos dijo, el cero fue la última cifra en aparecer. La inventaron los matemáticos indios allá por el siglo quinto de nuestra era, y luego los árabes exportaron la idea al resto del mundo. Por lo visto, las matemáticas no pudieron desarrollarse plenamente hasta la invención del cero, porque el cero suponía la adopción de un principio tan sencillo como importante: la ausencia de algo ya es algo.

La nada tenía un significado, pensé. ¿Qué significaba un cajón vacío? Comenzaba a dolerme la cabeza, pero tenía el presentimiento de que estaba a punto de llegar a alguna parte, así que me obligué a seguir pensando. ¿Por qué podía estar vacío un cajón?, me pregunté. Pues porque nunca había contenido nada; o bien, porque contuvo algo, pero alguien lo había cogido…

Exhalé una bocanada de aire y me incorporé bruscamente. ¡Claro, eso era! ¿Cómo podía haber estado tan ciego, cómo podía haber tardado tanto en comprender lo que Beatriz quería decirme?

Miré el despertador: eran las siete y media. Me puse bruscamente en pie y, sin perder tiempo en ducharme, ni en desayunar, ni en lavarme los dientes siquiera, me vestí a toda prisa, abandoné el dormitorio y me dirigí a la carreta a la planta baja.

Nadie se había despertado aún en Villa Candelaria cuando salí a la calle y eché a correr hacia la parada del autobús
.

SINOPSIS

En cierta ocasión, hace ya mucho tiempo, vi un fantasma. Sí, un espectro, una aparición, un espíritu; podemos llamarlo como queramos, el caso es que lo vi. Ocurrió el mismo año en que el hombre llegó a la Luna y, aunque hubo momentos en los que pasé miedo, esta historia no es una novela de terror. Todo comenzó con el misterio de un objeto muy valioso que estuvo perdido durante siete décadas: Las lágrimas de Shiva.