lunes, 31 de marzo de 2014

LA CASA DE LA MIRADA - Octavio Paz

Hoy se cumplen los 100 años del nacimiento de Octavio Paz.
Dejo aquí uno de sus poemas con referencias matemáticas.

Caminas adentro de ti mismo y el tenue reflejo serpeante que te conduce
no es la última mirada de tus ojos al cerrarse ni es el sol tímido golpeando tus párpados:
es un arroyo secreto, no de agua sino de latidos: llamadas, respuestas, llamadas,
hilo de claridades entre las altas yerbas y las bestias agazapadas de la conciencia a obscuras.
Sigues el rumor de tu sangre por el país desconocido que inventan tus ojos
y subes por una escalera de vidrio y agua hasta una terraza.
Hecha de la misma materia impalpable de los ecos y los tintineos,
la terraza, suspendida en el aire, es un cuadrilátero de luz, un ring magnético
que se enrolla en sí mismo, se levanta, anda y se planta en el circo del ojo,
géiser lunar, tallo de vapor, follaje de chispas, gran árbol que se enciende y apaga y enciende:
estás en el interior de los reflejos, estás en la casa de la mirada,
has cerrado los ojos y entras y sales de ti mismo a ti mismo por un puente de latidos:
EL CORAZÓN ES UN OJO.

Estás en la casa de la mirada, los espejos han escondido todos sus espectros,
no hay nadie ni hay nada que ver, las cosas han abandonado sus cuerpos,
no son cosas, no son ideas: son disparos verdes, rojos, amarillos, azules,
enjambres que giran y giran, espirales de legiones desencarnadas,
torbellino de las formas que todavía no alcanzan su forma,
tu mirada es la hélice que impulsa y revuelve las muchedumbres incorpóreas,
tu mirada es la idea fija que taladra el tiempo, la estatua inmóvil en la plaza del insomnio,
tu mirada teje y desteje los hilos de la trama del espacio,
tu mirada frota una idea contra otra y enciende una lámpara en la iglesia de tu cráneo,
pasaje de la enunciación a la anunciación, de la concepción a la asunción,
el ojo es una mano, la mano tiene cinco ojos, la mirada tiene dos manos,
estamos en la casa de la mirada y no hay nada que ver, hay que poblar otra vez la casa del ojo,
hay que poblar el mundo con ojos, hay que ser fieles a la vista, hay que
CREAR PARA VER.

La idea fija taladra cada minuto, el pensamiento teje y desteje la trama,
vas y vienes entre el infinito de afuera y tu propio infinito,
eres un hilo de la trama y un latido del minuto, el ojo que taladra y el ojo tejedor,
al entrar en ti mismo no sales del mundo, hay ríos y volcanes en tu cuerpo, planetas y hormigas,
en tu sangre navegan imperios, turbinas, bibliotecas, jardines,
también hay animales, plantas, seres de otros mundos, las galaxias circulan en tus neuronas,
al entrar en ti mismo entras en este mundo y en los otros mundos,
entras en lo que vio el astrónomo en su telescopio, el matemático en sus ecuaciones:
el desorden y la simetría, el accidente y las rimas, las duplicaciones y las mutaciones,
el mal de San Vito del átomo y sus partículas, las células reincidentes, las inscripciones estelares.

Afuera es adentro, caminamos por donde nunca hemos estado,
el lugar del encuentro entre esto y aquello está aquí mismo y ahora,
somos la intersección, la X, el aspa maravillosa que nos multiplica y nos interroga,
el aspa que al girar dibuja el cero, ideograma del mundo y de cada uno de nosotros.
Como el cuerpo astral de Bruno y Cornelio Agripa, como las granes transparentes de André Breton,
vehículos de materia sutil, cables entre éste y aquel lado,
los hombres somos la bisagra entre el aquí el allá, el signo doble y uno, V y ^ ,
pirámides superpuestas unidas en un ángulo para formar la X de la Cruz,
cielo y tierra, aire y agua, llanura y monte, lago y volcán, hombre y mujer,
el mapa del cielo se refleja en el espejo de la música,
donde el ojo se anula nacen mundos:
LA PINTURA TIENE UN PIE EN LA ARQUITECTURA Y OTRO EN EL SUEÑO.

La tierra es un hombre, dijiste, pero el hombre no es la tierra,
el hombre no es este mundo ni los otros mundos que hay en este mundo y en los otros,
el hombre es la boca que empaña el espejo de las semejanzas y dice sí,
el equilibrista vendado que baila sobre la cuerda floja de una sonrisa,
el espejo universal que refleja otro mundo al repetir a éste, el que transfigura lo que copia,
el hombre no es el que es, célula o dios, sino el que está sienpre más allá.
Nuestras pasiones no son los ayuntamientos de las substancias ciegas pero los combate y los abrazos de los elementos riman con nuestros deseos y apetitos,
pintar es buscar la rima secreta, dibujar al eco, pintar el eslabón:
El Vértigo de Eros es el vahído de la rosa al mecerse sobre el osario,
la aparición de la aleta del pez al caer la noche en el mar es el centelleo de la idea,
tú has pintado al amor tras una cortina de agua llameante
PARA CUBRIR LA TIERRA CON UN NUEVO ROCÍO.

En el espejo de la música las constelaciones se miran antes de disiparse,
el espejo se abisma en sí mismo anegado de claridad hasta anularse en un reflejo,
los espacios fluyen y se despeñan bajo la mirada del tiempo petrificado,
las presencias son llamas, las llamas son tigres, los tigres se han vuelto olas,
cascada de transfiguraciones, cascada de repeticiones, trampas del tiempo:
hay que darle su ración de lumbre a la naturaleza hambrienta,
hay que agitar la sonaja de las rimas para engañar al tiempo y despertar al alma,
hay que plantar ojos en la plaza, hay que regar los parques con risa solar y lunar,
hay que aprender la tonada de Adán, el solo de la flauta del fémur,
hay que construir sobre este espacio inestable la casa de la mirada,
la casa de aire y de agua donde la música duerme, el fuego vela y pinta el poeta.

LOS CRÍMENES DEL NÚMERO PRIMO - Reyes Calderón

Iturri dejó que hablara. Un agente de campo no tenía muchas ocasiones de abrir su alma y volcar su bilis al exterior.

—¿Tiene usted hijos, inspector?

Se esperaba la pregunta. Siempre la hacían los casados, la mayoría de las veces, aunque al parecer no en ésta, para quejarse del peso de las cargas familiares.

—Soltero, de momento —respondió de inmediato.

Llevaba el latiguillo bien aprendido.

—¿Y cómo lo resiste? ¿Toma tranquilizantes, bebe, se droga?

Iturri pensó fugazmente en su afición al coñac, pero de inmediato borró esa idea de la cabeza.

—Lo cierto es que hago algo más sencillo y más sano: pienso en los porcentajes; ellos me consuelan.

—¿Porcentajes? ¿Es usted el agente Iturri de la Interpol o me han pasado con el profesor de matemáticas?

—Emilio, lo que usted y yo nos vemos obligados a contemplar son los comportamientos desviados, los que se encuentran en las colas de la campana de Gauss. Muy separados del comportamiento normal, no representan más que una ínfima parte de las conductas ordinarias. Lo habitual, lo frecuente, lo que hace la mayoría es actuar decentemente y apreciarse los unos a los otros. Lo normal, lo frecuente es que las mujeres sean heroicas y, como la suya, tengan hijos, les quieran, les cuiden y den su vida por ellos. Lo normal, lo frecuente es que los padres como usted se alegren de poner una gota más de bondad y belleza en el mundo. Ése es el porcentaje correcto: el noventa y nueve por ciento. Pero usted y yo tenemos la desgracia de ver el mundo con el cristal de los descarriados, siempre de color negro, siempre lleno de dolor. De vez en cuando es conveniente pensar en el noventa y nueve por ciento restante.

—Sí, tiene razón, inspector. Lo siento, me ha pillado en un mal momento. Quizá sea verdad que estoy cansado. ¿En qué puedo ayudarle?

—En realidad, no lo sé. Tengo entre manos un posible robo sacrílego y me dicen que usted sigue ese tipo de cuestiones.

—En efecto, lo hago, pero necesitaría que enfocara algo mejor el objetivo.


SINOPSIS



La juez Lola MacHor está a punto de enfrentarse a la experiencia más terrible de su carrera: dos cuerpos con vestes clericales son encontrados en una remota ermita, brutalmente asesinados; los cadáveres aparecen rodeados por una importante cantidad de dinero y de un antiguo Lignum Crucis. Poco después, el arzobispo de Pamplona recibe en su palacio un extraño paquete: un dedo humano dentro de un pequeño ataúd. A partir de estos hechos, obra sin duda de una mente calculadora y perversa, la juez inicia una investigación que la llevará a adentrarse en el corazón de las tinieblas.

Con la colaboración de Juan Iturri, inspector de la Interpol y viejo amigo, y la inesperada ayuda del padre Chocarro, un antiguo matemático reconvertido en místico, empieza la búsqueda del asesino. Pero los crímenes no han hecho sino comenzar. Y pronto descubrirán que ellos mismos forman parte de un plan mucho más amplio, donde las voces del pasado resuenan con los ecos de la venganza, y sus propias vidas están en peligro. En una carrera contra el tiempo, sólo disponen de una pista para localizar al autor de los crímenes: un número primo.

domingo, 30 de marzo de 2014

EL PINTOR DE BATALLAS - Arturo Pérez-Reverte

Se lo había planteado algo más tarde a un amigo, en un restaurante de Madrid. Necesito saber si es parte del juego, preguntó. Si hay una base científica para toda esa carne racional tendida al sol, en espera de que la despachen. Unas leyes ocultas en la vida o el mundo. Necesito saber si realmente mis fotos son la línea más corta entre dos puntos. El amigo era un hombre de ciencia joven y con buena cabeza, miembro de un par de academias y autor de libros divulgativos. Aristóteles, empezó este, y Faulques lo interrumpió diciendo no me salgas con Aristóteles, maldita sea. Yo hablo de vida y muerte real. Olor a cadáver bajo los escombros, olor a muerte que repta por la orilla de un río. Su amigo lo miró tres segundos en silencio. Aristóteles, prosiguió imperturbable, nunca se limitó a exponer lo que sucedía, sino que buscó el porqué. Para comprendernos, decía, hemos de comprender el universo; y para comprender el universo, hemos de comprendernos a nosotros mismos. Lo que pasa es que desde entonces ha llovido mucho. Al divorciarnos de la naturaleza, los hombres hemos perdido la capacidad de consuelo frente al horror que acecha ahí afuera. Cuanto más observamos, menos sentido tiene todo y más desamparados nos sentimos. Fíjate en que, gracias al aguafiestas de Gödel, ya ni siquiera es posible encontrar refugio en el único lugar que creíamos seguro: la matemática. Pero ojo. Si no hay consuelo como resultado de la observación, sí puede haberlo en el acto de la observación misma. Me refiero al acto analítico, científico, incluso estético, de esa observación. Es —Gödel aparte— como los procedimientos matemáticos: poseen tal seguridad, claridad e inevitabilidad, que proporcionan alivio intelectual a quienes los conocen y manejan. Son analgésicos, diría yo. Así volvemos a un Aristóteles algo maltrecho, pero todavía útil: la comprensión, incluso el esfuerzo por comprender, nos salva. O al menos consuela, porque convierte el horror absurdo en leyes serenas.

SINOPSIS


En una torre junto al Mediterráneo, en busca de la foto que nunca pudo hacer, un antiguo fotógrafo pinta un gran fresco circular en la pared: el paisaje intemporal de una batalla. Lo acompañan en la tarea un rostro que regresa del pasado para cobrar una deuda mortal, y la sombra de una mujer desaparecida diez años atrás. En torno a esos tres personajes, Arturo Pérez-Reverte ha escrito la más intensa y turbadora historia de su larga carrera de novelista. Deslumbrante de principio a fin, El pintor de batallas arrastra al lector, subyugado, a través de la compleja geometría del caos del siglo XXI: el arte, la ciencia, la guerra, el amor, la lucidez y la soledad, se combinan en el vasto mural de un mundo que agoniza.

EL CONTADOR DE ARENA - Gillian Bradshaw

La caja estaba llena de arena, una arena fina, cristalina, casi blanca, que había sido humedecida primero y aplanada después hasta obtener una superficie uniforme y lisa como la de un pergamino de la mejor calidad. Pero la luz del sol, que caía oblicuamente con el atardecer, centelleaba aquí y allá sobre los granos, capturando facetas demasiado pequeñas como para que el ojo pudiera distinguirlas, facetas innumerables que generaban puntos diferenciados de luminosidad, y el joven que las observaba se encontró de repente preguntándose si sería capaz de calcular el número de granos.

Era una vieja caja de madera de olivo, llena de marcas y melladuras, con las esquinas protegidas por unos remaches de bronce mate, salpicados de rasguños que le otorgaban un nuevo brillo. El joven la sujetaba por una de esas arañadas esquinas, calculando: la caja tenía cuatro dedos de altura, sin contar la ranura donde se insertaba la tapa, y la arena la llenaba sólo hasta la mitad. No necesitaba medir la longitud ni la anchura: hacía tiempo que había marcado los bordes con unas muescas distanciadas entre sí por el grosor de un dedo, veinticuatro en el lado largo y dieciséis en el ancho. Se puso en cuclillas junto a la caja, que había colocado con mucho esmero en la parte más tranquila de la cubierta de popa del barco, lejos de la vista de los marineros. Con la ayuda de una de las piernas del compás, empezó a garabatear cálculos en la arena. «Supongamos que en una semilla de amapola caben diez granos de arena, y que en el ancho de un dedo caben veinticinco semillas de amapola. Entonces habría en la caja seis mil por cuatro mil por quinientos granos de arena. Seis mil por cuatro mil son dos mil cuatrocientas miríadas, que multiplicadas por quinientos…» Pestañeó con el entrecejo fruncido, se deslizó las manos distraídamente a lo largo de las piernas y la punta del compás le arañó la espinilla. Aún absorto en sus cálculos, se frotó el rasguño, se llevó el compás a la boca y mordisqueó la charnela mientras seguía con la mirada fija. Tenía ante sí un problema interesante: el número de granos de arena que había en la caja era mayor de lo que podía expresar. Una miríada, es decir, diez mil, era el mayor número que su idioma podía nombrar, y su sistema de escritura no disponía de ningún símbolo para el cero que pudiese extender los números indefinidamente. No había manera de concebir un número mayor que una miríada de miríadas. ¿Qué término podía encontrar para expresar lo inexpresable?

Empezó por lo que conocía. El mayor número que podía expresarse era una miríada de miríadas. Muy bien, ésa sería una nueva unidad. La miríada se escribía M, de modo que la otra unidad podría ser M con una línea debajo: M, ¿Cuántas de ellas necesitaría?

La superficie blanca que tenía ante los ojos quedó de pronto oscurecida por la sombra de un hombre, y oyó una débil voz tras de sí:

—¿Arquímedes?

El joven se sacó el compás de la boca y volvió la cabeza, radiante. Era delgado, de miembros largos y angulosos, y su aspecto al girarse era el de un saltamontes que se dispone a saltar.

—¡Son ciento veinte miríadas de miríadas! —exclamó triunfante, echándose hacia atrás un mechón de cabello castaño y mirando con sus brillantes ojos castaños a quien lo había interrumpido.

El hombre que estaba a sus espaldas (algo mayor que él, fornido, de cabello negro y con la nariz rota) lanzó un suspiro de exasperación.

—Señor —dijo—, estamos llegando a puerto.

SINOPSIS

Adelantado a su tiempo y conocido universalmente por el célebre principio que lleva su nombre, el griego Arquímedes fue un pionero del actual método científico, además de notable matemático y pensador. Discípulo de Euclides e hijo del astrónomo Fidias, su azarosa vida resulta tan apasionante como formidable el poder de su intelecto. En esta rigurosa novela histórica, Gillian Bradshaw —autora de grandes éxitos como El faro de Alejandría, Púrpura imperial, Teodora, emperatriz de Bizancio y El heredero de Cleopatra— presenta al lector un Arquímedes de carne y hueso, un ser humano excepcional que, inmerso en la convulsa época que le tocó vivir, tuvo que enfrentarse a múltiples dilemas. Deslumbrado por las maravillas de Alejandría tras una estancia de tres años y decidido a radicarse allí para siempre, el joven Arquímedes se ve obligado a volver a Siracusa, su ciudad natal, para ocuparse de su padre enfermo. El contraste no puede ser mayor: de la deslumbrante cuna del saber ha pasado a una ciudad entregada a los frenéticos preparativos para una cruenta guerra contra la poderosa Roma. Convertido por las circunstancias y el destino en el principal artífice de los ingenios bélicos con que se intentará repeler la invasión del coloso romano, Arquímedes atrae la atención del tirano Hierón, quien intenta retenerlo a toda costa en su corte. Y pese a que el mayor deseo del genial griego es volver a Alejandría para perfeccionar sus conocimientos y reunirse con Marco, el leal esclavo que lo ha acompañado desde siempre, un inesperado motivo lo empuja a permanecer en Siracusa, un motivo que ni siquiera su pasión por el saber y la ciencia podrá obviar y que, a la postre, lo obligará a recorrer un sendero salpicado de gloria, amor, guerra y traición.

sábado, 29 de marzo de 2014

AMOR, DE TARDE - Mario Benedetti

ES UNA LÁSTIMA QUE NO ESTÉS CONMIGO

cuando miro el reloj y son las cuatro

y acabo la planilla y pienso diez minutos

y estiro las piernas como todas las tardes

y hago así con los hombros para aflojar la espalda

y me doblo los dedos y les saco mentiras.


Es una lástima que no estés conmigo

cuando miro el reloj y son las cinco

y soy una manija que calcula intereses

o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas

o un oído que escucha cómo ladra el teléfono

o un tipo que hace números y les saca verdades.


Es una lástima que no estés conmigo

cuando miro el reloj y son las seis.

Podrías acercarte de sorpresa

y decirme “¿Qué tal?” y quedaríamos

yo con la mancha roja de tus labios

tú con el tizne azul de mi carbónico 

miércoles, 19 de marzo de 2014

PERFUME DE HIELO - Yoko Ogawa

El vuelo de Viena-Schwechat a Praga llegaba con cinco horas de retraso. Preguntara a quien preguntase, nadie me explicaba la verdad sobre el retraso. Encogían la cabeza entre los hombros con cara de desolación, o bien me hablaban deprisa en un idioma que yo no comprendía.

La puerta de embarque C-37 se encontraba en el extremo del edificio. Había muy poca gente y todo estaba en silencio. Ni música de fondo, ni agitación de viajeros, sólo las voces de megafonía que resonaban de cuando en cuando y se oían con dificultad, con interrupciones, como si los altavoces estuvieran estropeados.
[...]
Una vieja de raza blanca estaba tumbada en un banco, acurrucada, con una bolsa a modo de almohada. A un padre y su hijo —que parecían de origen chino— se les caían las migas de los bollos que estaban comiendo. Un bebé empezó a lloriquear sobre el pecho de su madre. Todos esperábamos el avión.

Intenté calcular cuántas horas habían pasado desde que salí de Japón, cuántas horas había pasado sin dormir. Pero mis intentos resultaron inútiles. Sumaba y restaba las siete horas de diferencia horaria, pero acabé haciéndome un lío. Estaba tan cansada que se me habían paralizado las neuronas.

Quien se encargaba de hacer siempre cualquier tipo de cálculo era él, fuera el cálculo que fuera. Convertir la fecha de nacimiento de alguien al calendario occidental, sumar los gastos de un viaje de trabajo, apuntar la puntuación del bowling, darse cuenta de un error en el cambio del taxi…

Hiroyuki era capaz de dar siempre con la solución correcta. Sólo con que yo balbuceara «eh…», él siempre estaba a mi lado mostrándome el número correcto. Nunca avasallaba, ni mostraba una pizca de jactancia, más bien parecía querer pedirme perdón. «Como tenías cara de estar apurada, me ha salido de la boca sin querer. Si me he entrometido, espero que me perdones…», eso parecía querer decir.

58, 37.400, 1.692, 903… Sus respuestas sólo eran cifras. No tenían más que ese significado. Pero el momento en el que él murmuraba aquello me gustaba más que ningún otro. El sonido inquebrantable de los números me tranquilizaba. Era capaz de sentir que él estaba a mi lado.

De repente se oyó un trueno. Relampagueó fuertemente allá donde el avión había desaparecido hacía un momento. A continuación empezó a granizar.

SINOPSIS

Tras el inesperado suicido de su novio, perfumista en Tokio, la joven periodista Ryoko cobra conciencia de lo poco que sabía de él. ¿Quién era Hiroyuki, el joven con el que vivía desde hacía un año? Pero, sobre todo, ¿por qué se suicidó al día siguiente de celebrar apasionadamente su primer año de vida en común?
Para entenderlo, la periodista Ryoko decide realizar una investigación —gracias a los datos de la gente que conoció a su novio—, que se convertirá en un viaje al pasado de Hiroyuki, y que la llevará a Praga y a un misterio insondable relacionado tanto con el mundo de los olores como con el de las matemáticas.
A través de múltiples hipótesis y búsquedas en los recuerdos propios y ajenos, Ryoko va explorando en la personalidad de Hiroyuki: una existencia llena de misterios, una realidad biográfica que era pura ilusión y una amenaza cuyo peligro sólo pudo entenderse demasiado tarde.

martes, 18 de marzo de 2014

ENGENDRO DE LA MUERTE - Brian Lumley

Harry se había pasado gran parte de su tiempo discutiendo, y no sólo consigo mismo. Si se interesaba por un tema —casi por cualquier tema—, acostumbraba jugar a juegos de palabras consigo mismo, hasta el punto de la distracción y el delirio: una especie de masturbación mental. Pero no era sólo consigo mismo; en las conversaciones con los muertos, se mostraba igual de polémico, incluso cuando sospechaba que los demás tenían razón y él estaba equivocado.

En realidad, discutía por el placer de discutir, por llevar la contraria. Pensaba en Dios y discutía sobre él; también sobre el Bien y el Mal, sobre la ciencia, sobre la pseudociencia y la hechicería, sus similitudes, sus discrepancias y ambigüedades. El tiempo, el espacio y el espacio-tiempo lo fascinaban, y sobre todo las matemáticas, con sus leyes inalienables y su lógica pura. La misma inmutabilidad de las matemáticas era una fuente de constantes alegrías y alivios para la mente suplantada del necroscopio en su cuerpo suplantado.

Uno o dos días después de haber regresado de las islas griegas utilizó la comunicación instantánea del continuo de Möbius para viajar a Leipzig y ver a (hablar con) August Ferdinand Möbius en su tumba. Möbius había sido y seguía siendo un gran matemático y astrónomo; era el hombre cuyo genio le había salvado la vida a Harry en diversas ocasiones, a través del continuo de Möbius. Si bien el propósito principal de Harry al visitar al matemático era agradecerle la recuperación de sus habilidades matemáticas, acabó enzarzándose con él en una discusión.

Aquel gran hombre había mencionado que su siguiente proyecto iba a consistir en medir el espacio, y al oírlo el necroscopio se lanzó de cabeza a la discusión. En aquella ocasión, el tema había girado en torno a «el espacio, el tiempo, la luz y los multiversos».

SINOPSIS

¿Era Harry experto en magia negra? ¿Hechicero? ¡Por Dios, no! Simplemente necroscopio: un hombre que hablaba con los muertos. Pero nunca había querido convertirse en el arma más poderosa de la sección PES, aunque suponía que tarde o temprano lo llamarían porque ellos sabían de vampiros ya casi tanto como él.

De la misma manera, los servicios secretos rusos también utilizaban los servicios de Boris Dragosani, a quien no se le podía ocultar nada y, además, era capaz de encontrar las respuestas en la sangre y las vísceras de sus víctimas.

Pero el Habitante despoja a Harry Keogh de su necrolenguaje. Queda así imposibilitado de hablar con los muertos y pasa a ser un hombre casi normal, lo cual para él equivale a sufrir una lobotomía. En su mente "incapacitada" se encuentran todos los secretos de la Gran Mayoría y las formulas matemáticas que rigen el continuo de Möbius. Y otro monstruoso muerto viviente acecha al mundo y está dispuesto a robarle sus poderes metafísicos prohibidos. Si lo logra los resultados serán impensables…

Engendro de la muerte eleva el tono sobrenatural de la serie Crónicas Necrománticas para alcanzar espeluznantes niveles de pesadilla. Renunciad a la esperanza de sueños libres de sangre, cualquiera que aquí entre…

EL LABERINTO DE LA ROSA - Titania Hardie

Alex había admirado, absorto, su control profesional de un flujo de información tan abundante y complejo, pero cuando habló de Dee, el hombre a quien él conocía por haber difundido las teorías de Euclides, se quedó perplejo.

–Es difícil de asimilar que un hombre sea famoso como matemático de cierto talento, y también como mago. Me pregunto cómo podía reconciliar en su persona el interés por la ciencia y el ocultismo.

–Debes tener en cuenta que en esa época incluso la matemática era considerada una materia muy próxima a la «magia negra». El cálculo era un pariente desagradablemente cercano al conjuro y la elaboración de cartas astrales.

Alex rió. Recordó que a Will no le gustaban las matemáticas, a las que siempre se refería como «la asignatura diabólica» cuando su hermano le entregaba resueltos los ejercicios de la escuela.
SINOPSIS
Antes de su muerte en 1609, el brillante espía, astrólogo y matemático isabelino John Dee esconde muchos de sus documentos pensando que el mundo no estaba aún preparado para las ideas que éstos contenían. En la primavera de 2003, la última heredera y guardiana del secreto debe pasar el enigmático legado a uno de sus dos hij os. Diana, pocos días antes de morir, elige a su apasionado hijo menor Will, dejándole una pequeña llave de plata con una nota: «Para Will, cuando sea algo o alguien que no es ahora».Pocos meses después, mientras Lucy King, gravemente enferma, espera un trasplante de corazón en Londres, Will, el hijo de Diana, recorre Europa en su moto intentando descifrar las pistas del antiguo documento y encontrar el cofre que abre la llave. Es una búsqueda que lo dejará inextricablemente unido a Lucy, pero Will no es el único que trata de encontrar la verdad en el corazón del Laberinto de la Rosa.Un acertijo que desvelar, un legado que desenterrar, un corazón que curar. Una búsqueda de la verdad en el corazón del laberinto de la rosa.

domingo, 16 de marzo de 2014

DECLARACIÓN MATEMÁTICA - Manuel Ossorio y Bernard



Niña, me postro a tus pies
para pintar la pasión
que abrasa mi corazón
como dos y una son tres.
Escucha mi amor vehemente,
pues des que te he conocido
continuamente ha crecido
en progresión ascendente.
Que me quieras solicito
y ésta no mires esquiva:
si es mi beldad negativa
mi cariño es infinito.
Multiplicamini, etcétera,
dijo Dios al padre Adán,
y yo quiero ese refrán
seguir al pie de la letra.
Mas no fundo mi porfía
en una incógnita unión
que es regla de aligación
o de falsa compañía.
No a fe, y en buen testimonio
del fin que mi amor barrunta
quiero la regla conjunta
que se llama matrimonio.
Si no sumo grandes bienes
tengo un caudal de razones;
piensa que no hay proporciones
cual la que en tu mano tienes.
Y si bien no da la ciencia
para pavos ni perdices,
ni tengo bienes raíces
ni he de elevarme a potencia.
Sabré, aunque el mundo lo note
prestar a interés compuesto,
y solamente con esto
multiplicaré tu dote.
Espero respuesta el martes.
Madrid, tantos... sin errata.
Tuyo,
Pascasio.
Postdata:
Si me desprecias me partes.

jueves, 13 de marzo de 2014

LA BRISCA DEL CINCO - Marco Malvaldi

—Uno de ellos no tiene coartada, pero tampoco un móvil plausible. El otro quizá habría tenido un motivo, pero lo que es seguro es que tiene una buena coartada para el período en que se produjo el homicidio. Uno no tiene móvil, el otro no tiene ocasión; en pocas palabras, no cuadra. ¿Alguno de vosotros sabe qué es un axioma?

El Imserso permaneció en silencio.

—Me lo imaginaba. Un axioma es una proposición que se asume como verdadera porque es considerada obvia, y que proporciona el punto de partida para la construcción de un sistema matemático. Todo sistema matemático o lógico se funda en axiomas cuya validez no es posible demostrar. Además, investigar de manera exhaustiva sobre la validez o la coherencia de esos axiomas no es factible, como ya demostró Kurt Gödel en los años treinta. Básicamente, Gödel expuso que en todo sistema matemático coherente, es decir, que no contiene contradicciones, hay afirmaciones verdaderas que no pueden ser demostradas por medio del sistema mismo. Cuando un sistema investiga sobre sí mismo, debe aceptar el hecho de que hay verdades que no puede demostrar.

Massimo dio una profunda calada al cigarrillo.

—Cada vez que construyo un sistema debo, a la fuerza, dar por descontadas algunas afirmaciones que no pueden, de ningún modo, ser probadas. Sin embargo, esto vale para las matemáticas; en cambio, en la vida real es cierto que, en general, uno se basa, de forma consciente o inconsciente, en varios axiomas que ni se plantea querer verificar. Por ejemplo, uno de estos axiomas podría asegurar a alguien que el telediario, o el párroco, o el partido dicen siempre la verdad. Alguno de vosotros recordará el chiste sobre L’Unità y los cocodrilos que vuelan. Yo, por ejemplo, siempre creí que mi ex mujer me decía la verdad y me puse malo cuando descubrí que no era así.

Ampelio gruñó. Más que en la ex pareja de Massimo, probablemente pensaba en los cocodrilos.

—Así que, recapitulando: si algo no cuadra en la manera en que he reconstruido los hechos, caben dos posibilidades. Uno: he cometido un error de razonamiento. Dos: no he cometido ningún error, pero al menos una de las premisas de las que he partido es falsa. En este caso, ¿cuál era la premisa que me estaba fastidiando?

SINOPSIS

De un contenedor de basura en un aparcamiento periférico asoma el cadáver de una chica jovencísima. Estamos en un pueblo de la costa de Livorno, el imaginario Pineta, convertido en una localidad balnearia de moda: donde estaba el bar con petanca han puesto un discopub al aire libre, en la pineda hay un gimnasio exterior de body-building y ya no hay bancos, sólo aparcamientos para las motos. El homicidio parece ser un asunto de droga y sexo, y las sospechas recaen sobre dos amigos de la víctima, malcriada hija de buena familia de licenciosa conducta. Pero la casualidad quiere que, por amor al cotilleo y para matar el tiempo, el grupo de los viejecitos del Bar Lume comience a hablar sobre el crimen, a discutir, a reñir y, por último, a indagar. El propietario del bar, Massimo, nieto de uno de ellos, se acaba erigiendo como el verdadero y desganado investigador, al que los jubilados, como un coro griego, discuten sus intuiciones, las desmontan y las perfeccionan, pasándolas por un cómico cedazo de irreverencias, y convirtiendo la investigación, más allá de la intriga policíaca, en una expresión de testaruda supervivencia de los habitantes del pueblo frente a la devastación del consumismo turístico modelado por la televisión.

lunes, 10 de marzo de 2014

ESCORIAL II - Pedro Salinas


En vez de soñar, contar.

La fachada del oeste tiene
seiscientas doce ventanas.

Por la primavera van
en su cielo, hacia el domingo
una, dos, tres, cuatro, cinco
nubes blancas.

Yo te quiero a ti, y a ti y a ti.
A tres os quiero yo.

A las doce el tiempo da
doce campanadas.

Y ya no podrá escapárseme
en las volandas del sueño
la mañana. Haré la raya
para ir sumando seiscientas
doce, más cinco, más tres,
más doce.

¡Qué felicidad igual
a seiscientas treinta y dos!.
En abril, al mediodía
cuenta clara.

sábado, 8 de marzo de 2014

EL JUEGO DE LAS TRES CARTAS - Marco Malvaldi

Massimo era bastante reacio a contar cómo había pasado del monitor de un ordenador a la barra del bar. En primer lugar, porque no creía que a la gente le pudiera interesar mucho lo referente a él. En segundo lugar, porque no estaba convencido de salir precisamente bien parado.

—Yo me licencié en Matemáticas en cuatro años. Exactos. En noviembre del cuarto año. Empecé el doctorado en enero del año siguiente. Bueno, la materia que habría tenido que estudiar no sé cuánto puede interesarle. De todos modos, era un tema relacionado con las matemáticas de la teoría de cuerdas.

Snijders levantó las cejas:

—No sé nada de ello.

—No se preocupe, está en buena compañía. Y no lo digo en broma. El tema del que tenía que ocuparme era extremadamente complicado y, a medida que estudiaba, al principio del doctorado, me parecía que me precipitaba en una pesadilla. Cuanto más estudiaba, menos sabía. A veces tenía la sensación de haber aferrado algo; luego, inmediatamente después, encontraba otro artículo que destruía mi convicción. Lo peor, en todo esto, era que tenía la impresión de que tampoco mi director de tesis, que en este caso era un físico, entendía demasiado de lo que hacía. Que quede claro, habría estado sobradamente justificado: se trataba de una persona bastante anciana y el tema específico era bastante nuevo y realmente intrincado. Pero, después de un cierto tiempo, la duda comenzó a pesarme. Entonces, un día, fui a verlo con un paquete de artículos y una página de preguntas. En resumen, abreviando: me di cuenta de que tampoco él entendía nada. Peor aún: las dudas que se me habían planteado a mí, a él ni siquiera lo habían rozado. Me hallaba muy por delante de la persona que habría debido guiarme y, simultáneamente, estaba en la oscuridad total. Total, cuando salí del despacho, me miré al espejo. ¿Sabe cuál es la cualidad más importante para un matemático?

—No sabría decirle. Quizá la inteligencia.

—No. Es importante, pero no lo único. No, la cualidad más importante para ejercer de matemático es la humildad. La humildad de reconocer cuándo no has entendido algo y no tratar de tomarte el pelo a ti mismo. Si no has entendido algo, o no estás convencido de ello, no puedes darlo por bueno. Si lo haces, sólo te harás daño. Tienes que ser absolutamente sincero contigo mismo. Y la conclusión a la que llegué no podía ser más que la siguiente: no era lo bastante bueno. No era adecuado para aquel trabajo. Estaba más allá de mis fuerzas. Si hubiera continuado, habría perdido el tiempo y me habría tomado el pelo a mí mismo.

Snijders lo miró. Con un dedo, señaló el bar:

—Y entonces…

—Exactamente. Mire, soy una persona puntillosa. Las cosas tienen que hacerse como digo yo, es decir, bien; de otro modo, me molestan. Yo me siento satisfecho de mí mismo cuando hago algo bien, no importa mucho el qué. Poco tiempo antes de que ocurriera esto, yo había entrado en posesión de una buena cantidad de dinero. No una enormidad, pero suficiente para abrir un bar. Entonces pensé que prefería la vida a la carrera. Decidí ser un excelente camarero, en vez de un matemático frustrado.
SINOPSIS
En Pineta tiene lugar una importante convención de Química a la que acuden expertos y estudiantes de todos los lugares del mundo. Uno de los asistentes más prestigiosos, el profesor japonés Asahara, se siente enfermo tras la cena y sufre una parada respiratoria, aunque se hace necesario ordenar una autopsia que despierta sospechas. ¿Ha muerto envenenado?
Massimo, el dueño del BarLume, se ve implicado en el asunto ya que fue el encargado de preparar el catering de la cena.
Retenidos en la población mientras duran los interrogatorios, los participantes a la convención suelen reunirse en el bar para discutir el caso, y una vez más, se inicia una investigación colectiva a cargo del grupo de jubilados de Pineta. Aldo, Gino, Pilade y Ampelio vuelven con sus discusiones sobre lo divino y lo humano en una novela de intriga que se devora con una sonrisa permanente.