miércoles, 16 de marzo de 2016

EL REGRESO A LOS SAUCES - Jacqueline Kelly

Sapo no hizo ni caso. Parecía estar absorto en sus pensamientos. Durante la sopa, sin que viniera a cuento, dijo:

– En cualquier triángulo rectángulo que tenga por aristas las de tres cuadrados que las rodeen, la superficie del cuadrado cuyo lado sea la hipotenusa es igual a la suma de las superficies de los cuadrados situados sobre las otras dos aristas del triángulo. ¿Sabías eso Humphrey?

Su sobrino y los demás se lo quedaron mirando, atónitos, mientras él iba dando sorbitos a su sopa de sucedáneo de tortuga.

– Perdona, tío Sapo –balbució Humphrey–. ¿Qué has dicho?

– Oh, una pequeña cita de nuestro amigo Pitágoras, el Padre de los Números. (26)

Rata, Topo y Nutria se miraron unos a otros, atónitos.

Durante el plato de pescado, Sapo declaró:

– Los números primos más pequeños son, como seguro que ya sabéis: dos, tres, cinco, siete y once. No se puede determinar cuál es el número primo más grande, según Euclides. (27) Yo diría que este pescado está especialmente rico. Humphrey, toma otro trozo. ¡Es alimento para el cerebro! Y –añadió, condescendiente– aunque es algo que no me gusta decir de ninguno de mis familiares, me da la impresión de que eres algo lento para tu edad. Así que come… Muy bien, buen chico.

Durante el plato de carne, Sapo dijo:

– Arquímedes tenía razón, como estoy seguro de que sabréis ya. El peso total del agua desplazada en una bañera equivale al peso de cualquier objeto que flote en ella. (28) ¡Qué maravilloso rosbif! Desde luego, hoy la cocinera se ha superado.

Durante el pudin, Sapo soltó:

– Un objeto en caída libre acelera a un ritmo de diez metros por segundo cuadrado.

Para cuando pasó el momento del oporto, Humphrey ya había recuperado el habla:

– Tío Sapo, me temo que has sufrido algún tipo de lesión –dijo, estudiando a su tío con asombro.

– Tonterías, hijo –contestó Sapo–. No me he sentido mejor en mi vida. ¿A alguien le gustaría acompañarme a la biblioteca para departir sobre el último teorema de Fermat? Eso siempre es de lo más divertido. ¿O quizás una partida de ajedrez en tres dimensiones? ¿Quién se anima?

SINOPSIS

Un precioso libro ilustrado. Por la autora deLa evolución de Calpurnia Tatey deEl curioso mundo de Calpurnia Tate.

Con ilustraciones que harán la delicia de niños y padres, Jacquelline Kelly evoca con maestría la magia del clásico para niñosEl viento en los saucesde Kenneth Grahame, y nos trae de vuelta esta maravillosa y rocambolesca aventura–protagonizada por los entrañables Topo, Ratita, Sapo y Tejón–para una nueva generación de lectores.

DIECINUEVE MINUTOS - Jodi Picoult

Aunque sacaba sobresalientes y le gustaba la asignatura, la nota de matemáticas era por la que Josie más debía esforzarse. No tenía una facilidad extraordinaria para los números, si bien era capaz de razonar con lógica y de escribir un ensayo sin esfuerzo. En eso era como su madre, suponía.

O posiblemente como su padre.

El señor McCabe, el profesor de matemáticas, se paseaba por los pasillos entre las filas de pupitres, arrojando una pelota de tenis hacia el techo y cantando un remedo de una canción de Don McLean:

Bye-bye, ¿cuál es el valor de pi?
Calculen los dígitos con los dedos.
Hasta el final de clase, McCabe
A los de noveno hace sudar y suspirar.
Y ellos dicen: venga, McCabe, ¿por qué?
Oh, señor McCabe, ¿por qué, por qué…?

Josie borró una coordenada del papel milimetrado que tenía delante.

—Si hoy no entra el número pi —dijo un chico.

El profesor giró en redondo y lanzó la pelota de tenis, que botó sobre el pupitre del chico que había hablado.

—Andrew, estoy muy contento de que te hayas despertado a tiempo para darte cuenta de eso.

—¿Va a contar para nota?

—No. A lo mejor tendría que ir a la tele —reflexionó el señor McCabe—. ¿No hay ningún programa tipo «Quiere ser matemático»?

—Dios, espero que no —murmuró Matt, sentado detrás de Josie. Le dio un empujoncito en el hombro, y ella colocó su hoja en la esquina superior izquierda del pupitre, de forma que él pudiera ver mejor sus respuestas.

Aquella semana estaban trabajando con gráficas. Además de un millón de tareas a partir de las cuales había que obtener datos y encajarlos en gráficas de barras y tablas, cada uno de los alumnos había tenido que idear y presentar una gráfica de algo que les resultara familiar y estimado. El señor McCabe reservaba diez minutos al final de las clases para las presentaciones. El día anterior, Matt había mostrado con presunción una gráfica con la edad relativa de los jugadores de hockey sobre hielo de la NHL. Josie, que debía presentar la suya al día siguiente, había encuestado a sus amigos para comprobar si existía una relación proporcional entre el número de horas que empleaban para hacer los deberes y la media de las notas obtenidas.

Aquel día le tocaba el turno a Peter Houghton. Ella le había visto llevar su gráfica a clase, en forma de póster enrollado.

—Vaya, qué les parece —dijo el señor McCabe—. Resulta que hoy tenemos quesitos de postre.

SINOPSIS

Todo adolescente sabe que en el instituto impera la ley de la selva. Todos asumen que esta ley es inmutable. Pero, ¿qué ocurre cuando el débil se toma la justicia por su mano y decide llevar a cabo su venganza?

Esta novela ha llegado a ser número uno en la lista de best-sellers del New York Times. En Sterling, New Hampshire, Peter Houghton, estudiante de 17 años, lleva años sufriendo los abusos verbales y físicos de sus compañeros de clase. Su única amiga, Josie Cormier, ha sucumbido a la presión del grupo y ahora pertenece a la élite popular que habitualmente lo acosa. Un último incidente lleva a Peter al límite y lo empuja a cometer un acto de violencia que cambiará para siempre la vida de los habitantes de Sterling.