sábado, 11 de mayo de 2013

LA CAVERNA - José Saramago



Nota: Una de las características de la obra de José Saramago es el uso de frases largas y en este libro destaca la falta de signos de puntuación. Las frases están separadas sólo por comas. Me he permitido la licencia de reorganizar el texto dándole un formato tradicional. Posiblemente haya estropeado el texto al no mantener su formato original, pero el blog está pensado para su uso con alumnado de secundaria y me ha parecido oportuno adaptarlo. No obstante, en una entrada posterior, presentaré en su formato original.

- Buenas tardes, señor Algor. 

- Buenas tardes, señor. 

- Supongo que imagina por qué motivo le estoy telefoneando hoy. 

- Supone bien, señor, dígame. 

- Tengo ante mí los resultados y las conclusiones del sondeo acerca de sus artículos, [...] 

- Y esos resultados cuáles son, señor -preguntó Cipriano Algor. 

- Lamento informarle de que no fueron tan buenos como desearíamos, si es así nadie lo lamentaría más que yo. Temo que su participación en la vida de nuestro Centro ha llegado al final. [...] Vaya tomando nota de los resultados.

-  Dígamelos. 

- El universo de los clientes sobre el que incidiría el sondeo quedó definido desde el principio por la exclusión de las personas que por edad, posición social, educación y cultura, y también por sus hábitos conocidos de consumo, fuesen previsible y radicalmente contrarias a la adquisición de artículos de este tipo. Es bueno que sepa que si tomamos esta decisión, señor Algor, fue para no perjudicarlo de entrada. 

- Muchas gracias, señor. 

- Le doy un ejemplo, si hubiéramos seleccionado cincuenta jóvenes modernos, cincuenta chicos y chicas de nuestro tiempo, puede tener la certeza, señor Algor, de que ninguno querría llevarse a casa uno de sus muñecos, o si se lo llevase sería para usarlo en algo así como tiro al blanco. 

- Comprendo. 

- Escogimos veinticinco personas de cada sexo, de profesiones e ingresos medios, personas con antecedentes familiares modestos, todavía apegadas a gustos tradicionales, y en cuyas casas la rusticidad del producto no desentonaría demasiado. 

- E incluso así... 

- Es verdad, señor Algor, incluso así los resultados fueron malos. 

- Qué le vamos a hacer, señor. 

- Veinte hombres y diez mujeres respondieron que no les gustaban los muñecos de barro, cuatro mujeres dijeron que quizás los compraran si fuesen más grandes, tres podrían comprarlos si fuesen más pequeños, de los cinco hombres que quedaban, cuatro dijeron que ya no estaban en edad de jugar y otro protestó por el hecho de que tres de las figurillas representasen extranjeros, para colmo exóticos, y en cuanto a las ocho mujeres que todavía faltan por mencionar, dos se declararon alérgicas al barro, cuatro tenían malos recuerdos de esa clase de objetos, y sólo las dos últimas respondieron agradeciendo mucho la posibilidad que les había sido proporcionada de decorar gratuitamente su casa con unos muñequitos tan simpáticos. Hay que añadir que se trata de personas de edad que viven solas. 

- Me gustaría conocer los nombres y las direcciones de esas señoras para darles las gracias -dijo Cipriano Algor. 

- Lo lamento, pero no estoy autorizado a revelar datos personales de los encuestados, es una condición estricta de cualquier sondeo de este tipo, respetar el anonimato de las respuestas. [...] 

- Buenas tardes. 

- Buenas tardes.


SINOPSIS

Una pequeña alfarería, un centro comercial gigantesco. Un mundo en rápido proceso de extinción, otro que crece y se multiplica como un juego de espejos donde no parece haber límites para la ilusión engañosa. Todos los días se extinguen especies animales y vegetales, todos los días hay profesiones que se tornan inútiles, idiomas que dejan de tener personas que los hablen, tradiciones que pierden sentido, sentimientos que se convierten en sus contrarios. Una familia de alfareros comprende que ha dejado de serle necesaria al mundo. Como una serpiente que muda de piel para poder crecer en otra que más adelante también se volverá pequeña, el centro comercial dice a la alfarería: «Muere, ya no necesito de ti». La caverna, una novela para cruzar el milenio. Con las dos novelas anteriores -Ensayo sobre la ceguera y Todos los nombres- este nuevo libro forma un tríptico en que el autor deja escrita su visión del mundo actual. José Saramago (Azinhaga, 1922) es uno de los novelistas portugueses más conocidos y apreciados en el mundo entero. Desde 1993 vive en Lanzarote. En 1998 recibió el Premio Nobel de Literatura.

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